Un ritual que se repite año con año, una experiencia que viven padres de familia, maestros de todos los niveles escolares y, sobre todo, los alumnos que viven año con año el paso a una siguiente etapa escolar,
El fin del ciclo escolar entraña para muchos alumnos el adiós a un plantel, a una serie de compañeros y maestros más que conocidos, quienes año por año acogieron a los alumnos provenientes de grados inferiores a su siguiente ciclo escolar.
Y así van los estudiantes escalando peldaños en su quehacer educacional.
Pero, ¿qué pasa entre un ciclo escolar y otro?, esos periodos vacacionales tan esperados por los alumnos y tan merecidos por los entregados docentes,
Son meses que la escuela se pierde de vista para la mayoría de los egresados, meses que pierden de vista la instrucción, los conocimientos, el saber adquirido en las aulas.
Vacaciones son vacaciones, tiempo para dejar atrás la rutina y gozar el tiempo libre, nadie lo discute, sin embargo, esto no es razón para dejar de lado la educación, la instrucción para la vida, el seguimiento al conocimiento.
Es lamentable que jóvenes esperen el próximo ciclo escolar con desinterés y peor, con rechazo, que viven las vacaciones sumidos en una rutina de ocio y subculturas apologistas del vicio y la delincuencia.
Sería ideal que los padres retomaran el seguimiento de la educación de sus hijos en esos ciclos vacacionales, pero la gran mayoría de los jefes de hogar no son académicos, sin embargo existen cursos y actividades vacacionales para reforzar lo aprendido o aumentar el acervo cultural.
Una de las peores influencias para la juventud es la música que domina los espectros hertzianos, las redes sociales y todo instrumento de difusión.
Al respecto, José Manuel Valenzuela Arce, investigador en el Departamento de Estudios Culturales del Colegio de la Frontera Norte, señaló que las narrativas de los corridos tumbados reflejan la realidad de precariedad y violencia en la que viven muchos jóvenes y cómo limita sus opciones, empujándolos hacia la ilegalidad como un medio para acceder al consumo y la riqueza.
Fábulas cantadas que prometen una imaginaria jauja y alejan a los jóvenes del estudio y la cultura del esfuerzo, quizás el primer paso para acceder a actividades ilícitas.
Un esfuerzo por abrir el abanico cultural de los jóvenes estudiantes puede ser la diferencia entre un futuro prometedor o un fracaso.