En medio de la guerra intestina que mantienen dos facciones del Cártel de Sinaloa, y que mantiene en vilo a gran parte del estado, nos llega el “consuelo” de la llegada de más militares a la entidad.
Y decimos “consuelo” así, con comillas porque basta leer el boletín emitido por la Secretaría de la Defensa Nacional donde detalla el arribo de 600 militares más al estado, para sumarse a los más de 3 mil que ya operan en nuestra región:
“Reforzar el actual despliegue operativo que mantiene el personal militar en esta entidad federativa e inhibir las actividades de la delincuencia organizada”, informa la Sedena como objetivo.
Y agrega: “Colaborar estrechamente con las autoridades locales y disminuir los índices delictivos mediante acciones conjuntas que permitan contribuir (a) la preservación del orden y la paz pública”, es la instrucción que los militares tienen.
Esperanzador y a la vez un tanto deprimente, pues aunque queremos confiar, sabemos que no es la solución.
Claro que contienen daños, y sirven un poco de técnica disuasoria, pero solo un poco. Y aunque respetamos y agradecemos que cientos de jóvenes militares pongan el pecho para defender y proteger nuestra seguridad, resignadamente vemos la llegada de más militares sólo como un paliativo no como una cura.
Una aspirina para un cáncer... y eso no es lo que merecemos los sinaloenses ni los mexicanos en general.
Queremos paz, queremos poder salir a trabajar y a hacer nuestra vida cotidiana sin la presión y miedo de toparnos con algo más que ponchallantas.
En medio de la guerra intestina que mantienen dos facciones del Cártel de Sinaloa, y que mantiene en vilo a gran parte del estado, nos llega el “consuelo” de la llegada de más militares a la entidad.
Y decimos “consuelo” así, con comillas porque basta leer el boletín emitido por la Secretaría de la Defensa Nacional donde detalla el arribo de 600 militares más al estado, para sumarse a los más de 3 mil que ya operan en nuestra región:
“Reforzar el actual despliegue operativo que mantiene el personal militar en esta entidad federativa e inhibir las actividades de la delincuencia organizada”, informa la Sedena como objetivo.
Y agrega: “Colaborar estrechamente con las autoridades locales y disminuir los índices delictivos mediante acciones conjuntas que permitan contribuir (a) la preservación del orden y la paz pública”, es la instrucción que los militares tienen.
Esperanzador y a la vez un tanto deprimente, pues aunque queremos confiar, sabemos que no es la solución.
Claro que contienen daños, y sirven un poco de técnica disuasoria, pero solo un poco. Y aunque respetamos y agradecemos que cientos de jóvenes militares pongan el pecho para defender y proteger nuestra seguridad, resignadamente vemos la llegada de más militares sólo como un paliativo no como una cura.
Una aspirina para un cáncer... y eso no es lo que merecemos los sinaloenses ni los mexicanos en general.
Queremos paz, queremos poder salir a trabajar y a hacer nuestra vida cotidiana sin la presión y miedo de toparnos con algo más que ponchallantas.
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