El tema de la planeación siempre forma parte de los discursos políticos y de las promesas que se lanzan desde el espacio público. Aseguran que ahora sí lo harán para ordenar el crecimiento y al final, el resultado termina en la improvisación.
No hace falta buscarle mucho para ver que la planeación ha estado lejos de las decisiones sobre el desarrollo urbano: vialidades que terminan inundadas, obras que no resuelven, problemas que se acumulan y ciudades que no facilitan una vida digna.
Y las ciudades, a pesar de sus problemas, se reinventan en planes cada período de gobierno y los problemas prevalecen.
Y en el caso de Sinaloa, una de las muestras de cómo la falta de una planeación adecuada queda de manifiesto es durante la temporada de lluvias.
Se presume de la modernidad, de las obras que prometen mejor calidad de vida, de inversiones millonarias para demostrar que sí se gasta... y las ciudades se siguen inundando.
O también durante los tiempos de sequía. A pesar de que se promuevan un estado o municipios más modernos, hay comunidades y ciudades que no han podido resolver la falta de agua para cubrir las necesidades básicas de la población.
Y seguramente, con los cambios de administraciones municipales que se vienen para la entidad, el tema de la planeación volverá a ser parte de las promesas de las autoridades, enfocados en un desarrollo que no resuelve los problemas habituales.
Si bien es cierto que es necesario proyectar las necesidades que se tienen en el crecimiento de los centros urbanos, también se hace urgente dar atención a los problemas que se ya se han vuelto añejos, como los que se viven en algunas ciudades de la entidad.
Sí, hay que planear para que los municipios y el Estado tengan un mejor desarrollo, pero hay que hacerlo en serio, pensando en el futuro, sí, pero también, resolviendo los problemas que aún están a la espera de una solución.