En la vorágine de hechos violentos que azotan no sólo a Sinaloa sino a gran parte del País, asoma por ahí una expectativa que despunta como positiva.
Se trata de la Operación Enjambre, ejecutada el viernes pasado en el Estado de México y que dejó como resultado un total de siete órdenes de aprehensión cumplimentadas, más una persona que antes de que lo aprehendieran prefirió cometer suicidio.
Y tal vez no sería tan de destacar si los aprehendidos fueran personas comunes, pero lo destacable es que todos eran funcionarios públicos: unos mandos policiacos y hasta una Alcaldesa en funciones.
En una operación impecable y que parece muy bien fundamentada, el Operativo Enjambre se aplicó en cinco municipios del Estado de México, acusando a los detenidos de complicidad con el crimen organizado.
A destacar, por el lado político, que los detenidos son de diferentes partidos, y por el lado policiaco, que trabajaban con grupos distintos del crimen organizado.
Iniciada por la Fiscalía estatal del Edomex, pero seguramente con todo el apoyo de la Federación, la Operación Enjambre viene a ser la primera estrategia concreta en este nuevo gobierno en contra de la delincuencia organizada, que como sabemos tiene altos enredos con funcionarios y corporaciones de todos niveles.
Ojalá el caso, del que faltan aún algunas órdenes de aprehensión por cumplimentarse, se logre concretar correctamente en el Ministerio Público y se siga el debido proceso bien ejecutado para que se dicten las sentencias apropiadas.
Por lo pronto, se nota labor de inteligencia en el operativo y se nota el cambio de estrategia en esta nueva administración.
Romper redes de complicidad entre servidores públicos y delincuencia organizada es prioritario para un gobierno que la mayor parte del tiempo pareciera desbordado por los hechos de violencia.
Qué bueno que se realicen acciones así, que permiten por lo menos cambiar un poco la percepción en la estrategia de seguridad y manda el mensaje de que sí se pueden hacer las cosas.