En la conferencia presidencial del jueves, el Presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció que su administración ha sido la que más asesinatos ha registrado de los últimos periodos.
Pero atribuye que ha sido producto de la herencia que le dejaron otros gobiernos.
Una disociación de ideas si atendemos a la manera que el actual Gobierno federal y algunos estatales, incluido Sinaloa, han tratado el tema de la violencia.
Ahora, con el sexenio de la Cuarta Transformación, por un lado se destaca una apertura total a la información relacionada con todas las actividades del Gobierno federal y, por otro, se pretende minimizar el hecho de que las bandas del crimen organizado controlan grandes porciones de territorio.
Es de notar un hecho el jueves de la semana pasada, cuando un grupo armado bloqueó el paso e intimidó a un grupo de buscadoras en Culiacán y al otro día el Gobernador Rubén Rocha Moya afirmó que el encuentro con la banda armada fue casual.
“Fue un encuentro casual, de todas maneras nosotros le damos seguimiento para que no tengan problema”, aseguró el Mandatario estatal.
Para no desentonar con esta declaración, el lunes el Presidente de México presumió que los delincuentes que instalan retenes en las vías de comunicación respetan a los llamados Siervos de la Nación.
“Hay casos en donde detienen a alguien, de los que trabajan en las comunidades, algún grupo de la delincuencia y usan, los que trabajan en las comunidades, un chaleco y se identifican y los respetan”, declaró.
Cómo asimilar estas declaraciones sin pensar que los gobernantes están desconectados de una realidad acuciante en el País.
Calificar el encuentro de un colectivo de buscadoras de personas desaparecidas con un grupo armado de algo “casual” es desafortunado, por decir menos.
Presumir que los criminales “respetan” a los servidores públicos que recorren las zonas rurales es minimizar el problema del secuestro de territorios que detentan estos grupos.
Cómo echar culpas a los gobiernos anteriores, si en la actual administración consideran normal que criminales instalen retenes en las carreteras y caminos.
Cómo señalar una herencia de violencia cuando se ve como casual o respetuoso el actuar de grupos de delincuentes.