Editorial
No es normal que en una sociedad, las mujeres estén siendo violentadas y asesinadas. Y no es normal que en una sociedad, como la de Sinaloa, no haya una reacción contundente contra este fenómeno.
En este año, en el Estado han sido asesinadas mujeres mayores, jóvenes, adolescentes y niñas y la población sinaloense parece indiferente ante estos hechos.
Que hasta el mes de septiembre haya un 40 por ciento más de feminicidios no es normal, pero pareciera ante una sociedad que se queda inmóvil y no exige, no reclama, no expresa.
Que una niña de 5 años sea raptada y cuatro meses después sus restos sean encontrados no debe ser normal. Que las autoridades se acostumbren a ello como si fuera un mal menor, eso sí es normal.
Pero que la sociedad todavía no reaccione, habría que preocupar. Porque el dolor que se ha registrado en los domicilios de cada una de las 65 víctimas es posible que se registre en otros más y para evitarlo, por eso, no es válido el silencio.
Porque el silencio solo conviene a quien busca impunidad, del que comete delito y del que es incapaz de hacer justicia sobre esos delitos.
Porque el silencio solo conviene a quienes apuestan por el olvido. Y ante la violencia que se vive en Sinaloa, conviene recordar que no se ha hecho nada para evitarla.
Que haya un Gobierno que dirija su mirada a otro lado, es normal. Pero que desde ya también sea normal una sociedad que reclame desde ya seguridad y justicia.
