Morir sin deberla

18/04/2025 04:00
    Hoy la violencia no da lugar a justificaciones, ni se puede obviar lo que está pasando en las calles, en los comercios, en cualquier hogar: la violencia está dejando una montaña de inocentes sin vida, vidas que mutilan familias, dejan huérfanos, viudas, madres condenadas a arañar la tierra en busca de los restos de sus hijos.

    Durante décadas justificamos la violencia como un acto entre delincuentes, incluso inventamos calificativos o frases hechas para poder voltear hacia otro lado cuando escuchábamos las consecuencias de un asesinato: “seguramente andaba enredado”, “andaba en malos pasos”, “algo debía”.

    Hoy la violencia no da lugar a justificaciones, ni se puede obviar lo que está pasando en las calles, en los comercios, en cualquier hogar: la violencia está dejando una montaña de inocentes sin vida, vidas que mutilan familias, dejan huérfanos, viudas, madres condenadas a arañar la tierra en busca de los restos de sus hijos.

    Y mientras la sociedad sinaloense se desangra seguimos esperando que una fuerza divina, las autoridades, el tiempo, termine, o por lo menos apacigüe la ola de violencia que arrasa con la tranquilidad de un pueblo que ya ha sufrido demasiado.

    Ayer fue una mujer que transitaba por las calles de Culiacán, unos días atrás un niño, antes una niña, las víctimas comienzan a alimentar largas listas de caídos en medio de una guerra sin reglas ni horizontes, la locura y el caos instalados en nuestras calles.

    ¿Llegará el día en que los sinaloenses se harten de ver morir a sus amigos, a sus madres, a sus hijos y salgan a la calle a exigir que se vayan todos: políticos incapaces y delincuentes cobijados por esos mismos políticos?

    ¿Hasta cuándo aguantará el pueblo?