La última vez que la Secretaría de la Defensa Nacional dijo al respecto, señaló que en Sinaloa había la presencia de casi 11 mil efectivos militares.
El número se triplicó después del 25 de julio de 2024, cuando se supo del secuestro de Ismael Zambada García, “El Mayo” y su entrega a las autoridades de los Estados Unidos junto con Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Se triplicó porque aunque se actuó con una lentitud que aún no se entiende, ellos esperaban una reacción entre las facciones internas del Cártel de Sinaloa, tanto de la familia de uno, como del otro.
El estallamiento de la nueva guerra interna del Cártel, y para muchos la guerra de guerras, estalló desde el 9 de septiembre y desde entonces son los militares quienes han actuado mayormente para buscar la paz en Sinaloa.
Entendemos, respetamos y también admiramos el trabajo de la Policía Estatal Preventiva, que también ha participado activamente, sin embargo sabemos de la diferencia entre ambos por recursos, equipamiento y recursos humanos.
Los operativos que realiza tanto la Marina, como la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano, son necesarios para lo que estamos viviendo, pero no nos hemos ni vamos a acostumbrarnos a no temer por su presencia y actividad en nuestras calles, nuestros barrios y nuestros pueblos.
No es normal que haya operativos por aire y por tierra, que tapen nuestras calles, que nos impidan el paso en lugares públicos y de nuestras familias.
Lo ocurrido ayer en Navolato, con los operativos los entendemos, insistimos, como necesarios, pero no son normales.