México necesita mejorar su sistema de salud pública porque la gente necesita ser atendida de manera correcta, con servicios de calidad y de manera accesible.
Y para una parte de la población, lo que hoy se ofrece no es confiable y está dispuesta a sacrificar, porque eso es, un sacrificio, de sus ingresos, para buscar una atención alterna que le garantice estar sano.
En México, aunque la población tenga acceso a algún sistema de seguridad social, quien puede, decide gastar en un servicio particular porque al menos ahí se le garantizará una atención inmediata.
Con la pandemia del Covid-19, las atenciones y seguimientos a los pacientes en los servicios públicos se vieron trastocados y hubo quienes resultaron nuevas enfermedades porque los chequeos médicos estuvieron suspendidos.
Con las alertas de posibles contagios, la atención médica en las instituciones de salud públicas estuvieron suspendidas y muchos de los pacientes sobrevivieron pese a la falta de sus chequeos y medicamentos habituales.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición elaborada en 2021, el año en que más intensa y peligrosa fue la pandemia, un 70 por ciento de quienes enfermaron de Covid optaron por atenderse con servicios médicos privados, en consultorios de barrio o de farmacias, aún cuando estaban afiliados a algún servicio de seguridad social.
Y más allá de las cuestiones médicas, que importan y debe actuarse sobre ello, también importa el estado de salud de los servicios de salud públicos en México.
Aunque se han intentado hacer cambios en la manera en cómo se atiende a los enfermos en México, es evidente que la calidad y los espacios de servicios públicos no han crecido en la misma proporción en la que se han ido sumando derechohabientes.
Si no se actúa, si no se presta atención a un servicio de primera necesidad, como el de la salud, la atención médica se irá deteriorando, más, y eso, a nadie conviene. Es momento de mejorar la salud.
