Editorial
Lo más malo, definitivamente son las víctimas mortales que ha provocado la propagación del Covid-19, desde el momento en que apareció en China y que ya supera los 19 mil muertos.
El virus ya tiene presencia en 171 países y es considerado una de las peores pandemias que han asolado a la humanidad.
Otro de los aspectos terribles que deja el coronavirus a su paso es el desastre económico que afecta a los países que toca.
Invisible, desconocido y con altos niveles de contagio, el coronavirus será una marca negra en la historia moderna del planeta.
Lo feo de la emergencia sanitaria es darnos cuenta de que muchos empresarios no tienen corazón, cualquier producto que se encuentra bajo una gran demanda, debido a su rareza o la necesidad, se encarece su precio.
Desde el huevo a las mascarillas para protegerse del virus, o del gel antibacterial al arroz, el desabasto provocado por la ambición, el miedo o la ignorancia son la parte fea de la emergencia sanitaria.
También lo son algunos políticos, que en lugar de callarse y sumarse a las medidas preventivas, han provocado mucho daño con sus discursos equivocados.
En Italia, al inicio de la pandemia, se dieron casos de políticos que aprovecharon las cámaras y los micrófonos para desacreditar la información sobre la pandemia.
Negaron que el peligro fuera real y aconsejaron a los italianos seguir su forma de vida normal, hoy, Italia es el País que más muertos tiene, incluso por encima de China, donde todo comenzó.
Lo bueno, si es que se puede decir algo bueno de una pandemia, ha sido la solidaridad que ha despertado la crisis, cientos de empresas y ciudadanos han realizado donativos y apoyos en especie para paliar la emergencia.
Y es seguro que la crisis nos dejará grandes lecciones: la importancia de la prevención, la fragilidad de nuestras vidas y los riesgos de seguir violentando a la naturaleza.