Lecciones de justicia

    Se tiene instituciones de procuración de justicia débiles, sin la autonomía suficiente ni la capacidad necesaria para castigar a quienes cometan delitos, sobre todo a quienes lo hacen bajo el amparo del poder.

    Uno de los principales problemas que enfrenta México es el relacionado con la justicia y ha sido uno de los temas que hasta el momento no se ha querido tocar, ni con la llamada Reforma Judicial.

    Lo ocurrido en Estados Unidos este miércoles debería ser una señal a tomar en cuenta para sentar las bases de la transformación que México necesita para hacer accesible la justicia para todos.

    Y entre todos esos todos, está la de poder castigar en tiempo y forma a aquellos que bajo el amparo del poder público cometen delitos con la certeza, hasta ahora, de que no pasará nada.

    Genaro García Luna fue sentenciado a 38 años de cárcel y una multa de 2 millones de dólares por delitos cometidos durante su gestión como funcionario de seguridad pública federal relacionados con el narcotráfico.

    Y es un duro golpe a lo que se ha construido en México cuando él fue uno de los artífices de la lucha contra el narcotráfico en el Gobierno de Felipe Calderón y en Estados Unidos han probado los vínculos que tenía con el Cártel de Sinaloa.

    En México eso no ha sido posible porque el sistema político y el sistema judicial parecen haber sido diseñados para alentar la impunidad, sobre todo en quienes se encuentran en posiciones de poder.

    Y no ha habido voluntad, a pesar de las transiciones político-partidistas, de cambiar las cosas.

    Se tiene instituciones de procuración de justicia débiles, sin la autonomía suficiente ni la capacidad necesaria para castigar a quienes cometan delitos, sobre todo a quienes lo hacen bajo el amparo del poder.

    Porque hasta ahora, en México ningún funcionario de alto rango, como lo tuvo García Luna, ha sido castigado bajo el amparo de la Ley por sus vínculos con el crimen organizado.

    Fijar una revolución judicial solo con cambios en jueces, magistrados y ministros no es suficiente para que la justicia en México cambie. Se necesita de una transformación a fondo y voluntad para hacerlo. Y nadie levanta la mano aún.

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