Finalmente el discurso no ha sido suficiente para remediar los males que aquejan a nuestro País, los abrazos no han detenido a la delincuencia organizada ni la transformación ha contenido los feminicidios.
Hoy, el Presidente Andrés Manuel López Obrador enfrentará a cientos de mujeres, quizá miles, que tocarán la puerta de Palacio Nacional para mostrar su sentimiento de enojo y de impotencia provocado por la violencia contra ellas.
El Día de la Mujer dejará de ser un día de corazoncitos rojos y discursos melosos de funcionarios y funcionarias que no han entendido la gravedad del problema, para convertirse en un día de furia.
Mientras ellos cobran sus cheques y organizan talleres de corte y confección, miles de mujeres son muertas y abusadas a lo largo y ancho del País, y hoy muchas mujeres han dicho basta.
El dolor de las mujeres saldrá a las calles y lo único que ha atinado a hacer el Gobierno federal es instalar una valla metálica para intentar defender la fachada del Palacio habitado por el Presidente.
Detrás de la valla seguramente se instalarán cientos de granaderos, el símbolo universal de la represión, del otro lado estarán las mujeres, dispuestas a superar cualquier obstáculo para denunciar ante el mundo su rabia y su coraje.
El Presidente y su Gobierno perdieron la oportunidad de contener la protesta por la vía política, por la conciliación, en su lugar han terminado reaccionado igual que cualquier Mandatario del pasado, con la fuerza.
Hoy podría ser uno de esos días que quedan escritos en la historia de una sociedad, esperemos que se pueda llegar a un acuerdo, o que la protesta no sea tan agresiva como se espera, ojalá que sean ellas las que pongan la civilidad que les falta a nuestras autoridades.