La seguridad que se quiere

    Ojalá que la tendencia de la incidencia delictiva siga moviéndose a la baja y que menos zonas del País, o todas, dejen de vivir sometidos a la operación del crimen organizado. A la par, también es deseable que el Estado Mexicano busque cómo restituir la cohesión social tan fragmentada por la manera en que al crimen organizado se le ha permitido imponer sus propias leyes en diferentes zonas de México.

    Que hoy hay menos delitos que los que ocurrían a finales de 2018, puede ser una verdad atendiendo las cifras que se han estado presentando por parte del Gobierno federal. Pero eso no significa que la inseguridad deje de ser tan grave como en el pasado.

    Qué bueno que los esfuerzos del Estado mexicano, si es que los hay, tengan resultados en la estrategia para pacificar el País. Qué malo que esa estrategia no sea homogénea y mientras hay algunas entidades que pueden presumir de ser pacíficas, haya otras que estén convertidas en un campo de batalla. Y ahí está el detalle.

    Porque por más reducción que haya de los índices delictivos, sobre todo los relacionados con los homicidios, sigue habiendo en el País asesinatos de alto impacto, que no abona a que la sociedad se sienta segura en el lugar en que habita.

    Según el reporte que presenta el Gobierno de México, que actualiza a diario, desde diciembre de 2018 al mes de enero, en el País se había logrado una reducción del 16 por ciento en los homicidios.

    Y sí, aunque se hacen esfuerzos por contener la operación de la delincuencia organizada, México sigue viviendo jornadas violentas y sumando más muertes por la expansión que el crimen ha tenido en territorio nacional.

    Ojalá que la tendencia de la incidencia delictiva siga moviéndose a la baja y que menos zonas del País, o todas, dejen de vivir sometidos a la operación del crimen organizado.

    A la par, también es deseable que el Estado Mexicano busque cómo restituir la cohesión social tan fragmentada por la manera en que al crimen organizado se le ha permitido imponer sus propias leyes en diferentes zonas de México.

    No basta que las cifras se reduzcan y que la violencia se mueva de una zona a otra para hablar de pacificación. Se necesita, además, que en las zonas donde la violencia muestra señales de disminución, su gente encuentre maneras de sentirse parte de su comunidad e impulsar su desarrollo.

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