Editorial
La vacuna contra el Covid-19 se ha convertido en el epicentro del juego geopolítico mundial. Atrás ha quedado la carrera armamentista o nuclear, incluso la económica, hoy las grandes potencias saben que el que tenga la vacuna cambiará las reglas del juego.
En primera fila se encuentran las potencias mundiales: Estados Unidos, Rusia y China, liderando los equipos punteros en una competencia que está derribando todo lo que sabíamos sobre cómo construir una vacuna antivirus.
En segunda fila: Francia, Reino Unido, Japón, España, Italia y Alemania participan en la carrera que no solo promete prestigio, también un lucrativo negocio que podría dejar miles de millones de dólares al ganador.
En una tercera fila andará nuestro País, más consumidor que productor, pero participando de alguna manera con científicos y algunos laboratorios.
Los plazos normales para desarrollar, probar y producir una vacuna eran de cinco a 10 años, hoy lo único que importa es conseguirla ya.
Vladimir Putin, Presidente de Rusia, se ha adelantado a todos y ha anunciado que su País ya tiene la vacuna, aunque el resto del planeta lo observa con desconfianza, nadie puede desarrollar una vacuna fiable sin pasar por los protocolos de prueba, que en el mejor de los casos se cumpliría en noviembre.
El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la necesita de manera urgente para hacer reflotar su candidatura a la reelección y los chinos intentan adelantarse por todos los medios para conseguirla y presentarse como la gran potencia salvadora del mundo.
Hasta en México ya andamos emocionados y el Presidente Andrés Manuel López Obrador ya prometió una vacuna para el primer trimestre de 2021, algo que se antoja poco menos que imposible.
Ojalá que se consiga la vacuna y que pueda sobrevivir a los intereses políticos, esos que terminan echando a perder todo.