La cifra
del miedo

    En este 2021 han sido asesinados 127 candidatos o personajes de la política mexicana, una cifra devastadora y terrible que nos muestra con crudeza las condiciones de violencia en que se ejerce la política en nuestro País.

    Hace tiempo que la violencia se ejerce en contra de nuestros políticos, pero también son ellos los que se sirven de ella, fusionando el quehacer político con el ejercicio de la delincuencia.

    Y no es nada nuevo, la política mexicana ha estado impregnada de violencia desde tiempos inmemoriales, aún y cuando los españoles todavía eran una profecía lejana y difusa en los anales prehispánicos de nuestra nación.

    El problema es que vivimos en un Estado moderno, donde dedicamos miles de millones de pesos anuales para perseguir una seguridad que ni siquiera disfrutan los que están en el poder, mucho menos el ciudadano medio.

    La violencia en la política es la forma más clara de demostrar el fracaso en la lucha contra la delincuencia organizada y también una prueba clara del matrimonio entre nuestros políticos y los delincuentes.

    No hay delincuencia organizada sin protección de las autoridades, pero tampoco hay políticos asesinos sin delincuentes trabajando para ellos.

    Hace tiempo que cruzamos el umbral de la inseguridad, el asunto es que ni siquiera tenemos un plan para resolver el problema.

    Los candidatos ya ni siquiera abordan el problema de la inseguridad y si lo hacen es de manera superficial, temen entrar en un tema donde se saben derrotados de antemano.

    Desde hace mucho tiempo, nuestros políticos se pasaron al bando de las víctimas o de los victimarios, el que no quiera entenderlo es por ceguera o ingenuidad.

    Urge volver a reconstruir un país entero.