La pura mención del “Jueves negro” nos trae a la memoria el día en que nos dimos cuenta que la delincuencia organizada seguía aquí, rodeándonos, debajo de todo y encima de todos.
No es lo mismo imaginar, pensar, calcular que los delincuentes andan por aquí, quizá en la sierra, tal vez en el monte, pero el día que te levantas y descubres que las balas resuenan a unas cuantas cuadras de tu casa, es ese día cuando te sientes vulnerable.
El 17 de octubre de 2019, las calles de Culiacán fueron invadidas por delincuentes que salieron a mostrar su fuerza, su capacidad para amedrentar, la impunidad con la que son capaces de salir a las calles.
El problema es que la ciudadanía, mientras no lo constatara podía seguir el cuento de las autoridades, las que dicen que todo va mejorando, que la inseguridad es cosa del pasado, que los índices de violencia van a la baja.
Pues resulta que no, un buen día los delincuentes salen a las calles para mostrar a plena luz del día y con las armas en la mano que ellos siguen aquí, y que no toman la ciudad porque sigue siendo negocio permanecer en la oscuridad, pero nos dejan claro que pueden cambiar de idea en cualquier momento.
Las autoridades se quedaron tan pasmadas como la ciudadanía, ni siquiera había posibilidades de enfrentarlos sin causar un baño de sangre de dimensiones colosales, con consecuencias todavía impensables.
Iniciativa Sinaloa dio a conocer un documental para que mantengamos en la memoria “El día que perdimos la ciudad”, o la inocencia, el día que nos dimos cuenta que vivimos con cierta tranquilidad solo porque los delincuentes lo deciden, o porque así les conviene.
Y también para que las autoridades reconozcan que la inseguridad es un tema actual, que no se ha resuelto, a pesar de los cientos de millones de pesos gastados para intentar combatirla, a pesar de toda la palabrería y las promesas.