Hoy, cuando la esperanza nos debiera llenar a los mexicanos, y el ver arrancar un nuevo ciclo nos enorgulleciera simplemente porque tenemos el privilegio de tener una mujer Presidenta, la realidad nos golpea tan fuerte que es difícil no sentirnos defraudados, dolidos o indiferentes.

    Hoy debería ser un día histórico, y tal vez lo sea, pero no se siente así... sobre todo en nuestro estado, donde la violencia nos mantiene en vilo.

    Hoy hay cambio de gobierno sexenal, concluye un ciclo presidencial.

    Hoy asume la primera mujer Presidenta en la historia de México y sí, deberíamos estar orgullosos y satisfechos, pero la realidad es que a los ciudadanos la violencia nos agobia y no nos deja disfrutar.

    Hoy se cierra un ciclo y se abre otro, y en la vida, cuando eso pasa, se abre si no la esperanza al menos la expectativa de que el nuevo ciclo que viene sea mejor, pero por alguna razón no se percibe en todos los mexicanos esa sensación, para muchos, tal vez la nueva administración sea “más de lo mismo”.

    Hoy, quisiéramos sentir la expectativa positiva de un nuevo comienzo, pero basta con voltear ligeramente hacia nuestro alrededor para sentir si no la violencia en directo sí el temor y la incertidumbre.

    Hoy, cuando la esperanza nos debiera llenar a los mexicanos, y el ver arrancar un nuevo ciclo nos enorgulleciera simplemente porque tenemos el privilegio de tener una mujer Presidenta, la realidad nos golpea tan fuerte que es difícil no sentirnos defraudados, dolidos o indiferentes.

    Hoy queremos ver este nuevo ciclo como un parteaguas, como un rayo que nos traiga o al menos nos vislumbre un nuevo México...

    Hoy ni siquiera aspiramos a una gran transformación, sólo queremos paz.

    Hoy de verdad queremos creer...