En la ola de violencia que se ha vivido en Sinaloa desde septiembre pasado, se ha puesto la atención en delitos de alto impacto como han sido los asesinatos, las privaciones de la libertad y el robo de vehículos, además de los enfrentamientos entre los grupos delictivos.
Y qué bueno que esté la atención sobre ellos pues tienen una afectación considerable para la sociedad, pues este tipo de eventos han venido a trastocar la paz de las comunidades como ha ocurrido en Culiacán, donde la vida social y la económica han estado mermadas.
Pero sumado a ese tipo de eventos delictivos, hay otros a los que las autoridades también deben prestar atención y no sólo en cuanto a la reacción después de que suceden, sino en tareas para evitarlo.
Se trata del robo a comercios, que también en este período se han incrementado y ha sido de los eventos sobre los que menos se ha hablado.
Las estrategias de seguridad que se han implementado si bien se han enfocado en evitar hechos de alto impacto social, requieren de medidas que ayuden a que sean más efectivos.
Se ha hablado, por ejemplo, de que las autoridades tendrán garantizado que el regreso a clases después del período vacacional decembrino se desarrolle con normalidad, después de las afectaciones que la violencia tuvo al inicio del ciclo escolar.
Pero a pesar de que el impacto en la economía y la operación de los negocios ha sido tema recurrente en la revisión de los hechos violentos, poco se ha dicho de lo que se hace para prevenir que los comercios, ya afectados por la disminuida actividad social, se vean afectados además por los robos.
Recomponer la seguridad y la tranquilidad en Sinaloa, sobre todo en Culiacán y sus alrededores, aún requiere más trabajo que el realizado hasta ahorita, pero sin duda, se ahorrará tiempo si las autoridades empiezan a pensar en soluciones integrales que dejen un beneficio colectivo.
