Como si fueran capítulos de una telenovela interminable, cada semana nos enteramos de un nuevo escándalo de nuestra clase política, como si vivieran frente a las cámaras y protagonizaran cada cuál el más sonoro dislate, en una competencia que parece no tener fin.
Apenas nos reponíamos de la polémica boda de Santiago Nieto Castillo y sus consecuencias devastadoras para el ex titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, que terminó con su carrera política dentro de la 4T, cuando ya está abriéndose un nuevo cofre de Pandora, regalándonos los excesos de nuestros funcionarios.
Toca la ocasión al ex Gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien se construyó un búnker con dinero del pueblo en las instalaciones de la Casa de Gobierno, que habitó mientras ocupaba la silla grande del Gobierno michoacano.
El exceso fue dado a conocer por su sucesor, el Gobernador actual, Alfredo Ramírez, quien invitó a la prensa y abrió la casa, para que los michoacanos y el mundo pudiéramos observar las instalaciones faraónicas que protegieran al insigne ex Mandatario.
Vale la pena recordar que Michoacán es uno de los estados más golpeados por la violencia, entidad donde operan diversos carteles de la droga, delincuentes de todo tipo y una de las regiones con mayor violencia.
Y mientras la ciudadanía esperaba respuestas para resolver la inseguridad, Aureoles se limitó a construir un búnker donde estaba seguro él, mientras el resto de Michoacán ardía bajo el plomo de los enfrentamientos recurrentes de la delincuencia organizada.
Aureoles, Santiago Nieto y el resto de la clase política mexicana son incapaces de respetar de un mínimo de humildad al decidir cómo van a vivir, poco podemos esperar de los miles de funcionarios abajo de ellos.