Entre el optimismo y la desesperanza

05/12/2024 04:00
    Sinaloa padece no sólo físicamente, sino emocionalmente, y eso, tarde o temprano, nos pasará facturas a todos.

    En épocas convulsas como las que vivimos en Sinaloa nuestros estados de ánimo pueden llegar a fluctuar de manera intensa, y ocurre lo mismo con las noticias que recibimos en cada momento.

    De repente llega información de sucesos tan trágicos, como el hecho de que maten a un joven de 17 años por atacar una boutique, quemando a una adolescente de 14 años que estaba adentro y que ahora lucha por su vida al tener quemaduras en el 80 por ciento de su cuerpo.

    O que los alumnos de una escuela primaria se tengan que tirar al piso en un intento de protegerse de una balacera que escuchan cercana al plantel.

    Esos hechos desploman el ánimo de cualquiera. No es fácil asimilar cómo alguien puede ser capaz de un ataque tan atroz, sobre todo contra adolescentes que se encontraban en un establecimiento. O cómo nuestros niños están expuestos a esos niveles de violencia mientras estudian en lugar que debería ser más seguro, como lo es la escuela.

    Y aunque esto viene paralelo con visos de optimismo al escuchar que sí se rediseñará la estrategia de seguridad, que concretan operativos de decomiso tanto de drogas como de máquinitas tragamonedas, que hace presencia de nuevo en el estado el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno federal, no llega aún a mejorar nuestra expectativa.

    La verdad, la tardanza de las autoridades en tomar decisiones tan elementales como el decomiso de “maquinitas” y el reforzamiento de los operativos de prevención y contención por las noches en Culiacán y Mazatlán, nos hace pensar lo difícil de nuestra situación.

    Sinaloa padece no sólo físicamente, sino emocionalmente, y eso, tarde o temprano, nos pasará facturas a todos.