Aún no inician las campañas electorales y en diferentes partes de México ya se han presentado hechos de violencia que atentan contra la jornada democrática.
El asesinato de políticos tuvo en 2023 su año más alto, según el reporte de la organización Data Cívica, quien a través de Votar entre balas: Entendiendo la violencia criminal-electoral en México, hace un monitoreo de los hechos de violencia asociados a la política electoral.
En el reporte, indica que desde 2018 y hasta enero de este año, en México han ocurrido un total de 1657 ataques, asesinatos, atentados y amenazas contra personas asociadas con el ámbito político, gubernamental o contra instalaciones de gobierno o partidos.
En enero, se presentaron ocho casos de precandidatos asesinados en diferentes zonas del País. Y en febrero siguen sumándose más casos.
Lo que México necesita no es la indiferencia de las autoridades hacia este tipo de violencia, sino que reconozca que hay un ambiente de inseguridad que ponen en riesgo una jornada electoral que terminaría por afectar a todos.
Minimizar los hechos que se han presentado en los últimos años, y sobre todo en las semanas recientes, genera un ambiente de incertidumbre para todos aquellos que están dispuestos a participar de manera voluntaria en el proceso electoral.
Para ello, es necesario que tanto las autoridades electorales como las de seguridad pública en todos los niveles aporten acciones que permitan que quienes buscan contender por un cargo de elección popular, cuente con las garantías de poder participar sin ninguna amenaza.
Si no se toman las medidas adecuadas, de manera urgente, las elecciones de 2024 que se celebrarán en todo el País podría alejar a la ciudadanía de las urnas de no existir el entorno de seguridad adecuado.
A nadie conviene un entorno violento, sea político o no, porque la democracia se caracteriza por la voluntad manifiesta de los candidatos y de los electores de participar de manera libre en una elección. Si el Estado mexicano no es capaz de dar esas garantías, el País corre el riesgo de entrar en un retroceso.