Editorial
La pandemia del Covid-19 vino a cambiar la forma en cómo se educa y enseña a los estudiantes en México. La distancia se convirtió en un método novedoso del que solo una minoría tenía acceso.
La suspensión de las actividades escolares presenciales ante el riesgo de contagio obligó a que todo el sistema educativo adoptara una nueva forma de enseñanza, para la que no todos estaban preparados.
En la práctica, maestros y estudiantes debieron conocer y adaptarse en este nuevo proceso, del que hasta ahora no se sabe cuál será el resultado.
Lo que sí es que tanto a la planta docente, como a las autoridades educativas y a los padres de familia, les debe preocupar que los conocimientos transmitidos sean asimilados y el aprendizaje efectivo.
Sí, no va a ser posible que en estos momentos de emergencia sanitaria los objetivos del ciclo escolar se alcancen, aunque sí alcancen a cubrir el programa escolar establecido.
Pero sí, habrá que tomar conciencia de que cuando se dé el regreso a las aulas, hasta el siguiente ciclo escolar, habrá que hacerse un esfuerzo extraordinario para que todos los alumnos se nivelen en cuanto a conocimientos adquiridos.
En el caso de Sinaloa, por ejemplo, la Secretaría de Educación Pública y Cultura advierte que un 8 por ciento de los estudiantes de educación básica no han sido alcanzados, algunos porque no les ha llegado la información y otros porque las evidencias aportadas son mínimas.
Por seguridad, tanto de la planta docente como de los niños, es mejor que por ahora no se regrese a las aulas, como así lo han decidido. Pero también, por responsabilidad, es momento de ir pensando qué estrategias se seguirán para el ciclo escolar siguiente, en el que todos deberán ponerse al corriente.
Por que sí, importa que el cierre del ciclo escolar tenga la formalidad de todos los fines de curso, con la evaluación de lo enseñado. Pero sobre todo, importa más, que en la educación en México, y en Sinaloa, se garantice que los estudiantes, lo hayan aprendido.
