Editorial
Cuando nuestras autoridades echaban las campanas al viento, la pandemia de Covid-19 parece provocar en México el peor momento de la pandemia.
Por más que las autoridades lo nieguen, cientos de personas son incapaces de encontrar una cama de hospital en la Ciudad de México, a pesar de la enorme oferta hospitalaria que presume la mayor ciudad del País.
Mientras nuestras autoridades aseguran que la capacidad hospitalaria de la Ciudad de México se encuentra a un 80 por ciento, las personas enfermas por el virus no encuentran quien los reciba.
Las historias son de terror, numerosas ambulancias que recogen a enfermos de covid en sus casas, son regresados a sus hogares, después de recorrer varios hospitales de la capital.
Las filas para conseguir un tanque de oxígeno se están convirtiendo en una tortura, mientras el número de contagios continúa creciendo.
Y la Ciudad de México no es la única, Monterrey y su zona metropolitana decidió cerrar sus negocios los fines de semana, en un intento por controlar los desbocados índices de contagios.
Y decir que Monterrey cerró sus negocios en plena época decembrina es algo serio, los regiomontanos suelen abarrotar los centros comerciales en la época navideña.
La otra zona que sufre con los rebrotes es Baja California, donde ciudades como Mexicali, Tijuana y Ensenada han tenido que regresar a la cuarentena.
Tijuana es la entrada de una gran parte del comercio entre México y Estados Unidos y el rebrote de Covid-19 amenaza con causar daños millonarios.
Es momento de recapacitar sobre nuestras actitudes frente a la pandemia, Sinaloa ha conseguido mantener los números del virus, contenidos, pero nadie nos asegura que no pueden dispararse los casos.
Las fiestas decembrinas serán una prueba de fuego para todos, es momento de respetar las medidas sanitarias para evitar una catástrofe.