Editorial
"Es la economía, estúpido”, la famosa frase del equipo de campaña de Bill Clinton, que le hizo ganar la Presidencia, frente a George Bush padre, se podría utilizar perfectamente en estos tiempos en México.
Con la pandemia desbocada, más de 60 mil muertos, y al mismo tiempo una economía destrozada, no hay mucho qué presumir en un País donde pocas cosas funcionan bien.
Cuando iniciaba la pandemia, los países tuvieron dos opciones, la primera fue sumergirse en una férrea cuarentena sin importar los efectos económicos, pero tratando de salvar la mayor cantidad de vidas posibles.
La segunda opción fue salvar a la economía sin importar el número de muertos y los estragos que provocaría el Covid-19, sin embargo, en México vivimos el peor de los dos mundos.
Ni se consiguió enfrentar la pandemia de manera exitosa, ni se salvó a la economía que va en picada y que difícilmente se recuperará en años.
Los especialistas más pesimistas aseguran que la economía ha retrocedido 10 años, una década completamente perdida, debido a los efectos de la pandemia y sus efectos colaterales.
El problema se ha visto agravado por la otra “pandemia”, la de nuestros gobiernos federales que parece que trabajan en ahondar todavía más los problemas de una economía sumamente frágil.
Y eso sin meternos a los detalles que muestran una distribución inequitativa de la riqueza, el crecimiento de la pobreza y la fuga de la fuerza laboral al mundo de la delincuencia.
El problema es que ya antes de la pandemia, la economía de México se desempeñaba por un precipicio, así que el Covid-19 lo único que hizo fue profundizar la caída.
Y en medio de todos los problemas que nos amenazan, la caída de nuestra economía sigue siendo ese terrible problema que nuestros gobernantes nomás no atinan a solucionar.