|
"Editorial"

"El mundo de Trump"

""
08/11/2020

    Editorial

    Donald Trump no es una coincidencia, un accidente o una salida de tono de un país donde cualquier cosa puede pasar, donde cualquiera puede hacer realidad su sueño o su pesadilla; el republicano es un reflejo de nuestros tiempos, un resultado de lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer.

    Piense el campo, el sector de la sociedad, el espacio de la economía o la política que deseé y se encontrará a otros Trump, a otros símbolos del triunfo del egoísmo absoluto, de la ambición sin límites, del mal gusto.
    Encienda la televisión o la radio, hojee un periódico o una revista, y la ignorancia disfrazada de comentaristas, de embellecedores, de aduladores, de promotores, de coachings, de gurús, inunda los espacios, educa a las masas, los convence de convertirse rápidamente en lo que han soñado.
    El mundo ha acelerado su educación y su formación al grado que ya nadie tiene el tiempo de leer un libro, ahora se escuchan audio libros, mientras uno maneja, se pinta, chatea, asiste a un curso virtual o simplemente paga por información que nunca tendrá tiempo de asimilar.
    Nos hemos convertido en versiones instantáneas de nosotros mismos, apoyados en tecnologías de ciencia ficción, recibimos tanta información que podemos opinar prácticamente de todo, aunque seamos especialistas de nada.
    El arte, que antes era eterno, ahora es una moda desechable, que encumbra a artistas con más seguidores que talento, con más velocidad que calidad, con más brillo que profundidad.
    Si usted pone atención, se dará cuenta que ya no existe gente grande, adulta, ya no hay ancianos, solo niños con mayor o menor edad, dirigiendo al mundo mientras juegan un videojuego donde hay que matar la mayor cantidad de zombies en el menor tiempo.
    Vivimos el tiempo de la banalidad y el consumismo sin límites, donde Trump, el candidato perdedor a la Presidencia de Estados Unidos se puede dar el lujo de insultar a todos y de no reconocer su derrota.