El ‘grito’ de una ballena varada

10/01/2025 04:00
    Aunque el chinchorro es una de las artes de pesca permitidas en ciertas zonas y bajo ciertas circunstancias, la realidad es que eso está poco supervisado. Por eso, aunque en el papel haya regulación de medidas, áreas, temporadas, especies, etc., ya sobre el mar la realidad es abrumadora y los chinchorros son usados sin supervisión y con nula regulación, enredando no sólo especies permitidas sino lo que se acerque a ellos.

    Una ballena varada, muerta, con un chinchorro enredado, es la imagen viva de la depredación en nuestros mares.

    El cadáver del cetáceo de unos 10 metros de largo tuvo a bien venir a encallar precisamente en las playas del corazón de Mazatlán: el malecón.

    Como si nos viniera a gritar la amenaza que ceñimos sobre las especies marinas.

    Y es que aunque el chinchorro es una de las artes de pesca permitidas en ciertas zonas y bajo ciertas circunstancias, la realidad es que eso está poco supervisado. Por eso, aunque en el papel haya regulación de medidas, áreas, temporadas, especies, etc., ya sobre el mar la realidad es abrumadora y los chinchorros son usados sin supervisión y con nula regulación, enredando no sólo especies permitidas sino lo que se acerque a ellos.

    La organización Oceana bien lo ha señalado: La pesca es vital para el sustento de miles de familias, la seguridad alimentaria y la economía nacional. El sector emplea directamente a 240 mil personas según registros oficiales. Sin embargo, tanto los ecosistemas marinos como quienes dependen de ellos enfrentan graves amenazas.

    “El sector pesquero requiere acciones inmediatas”, declaró hace unas semanas Renata Terrazas, Directora Ejecutiva de Oceana en México.

    “El 40 por ciento de la pesca en México es ilegal, el doble del promedio mundial, mientras que el 34 por ciento de las pesquerías están en deterioro según la Carta Nacional Pesquera. Esta situación compromete el futuro de los recursos marinos y el sustento de las familias pescadoras”.

    El mar es nuestra casa y nuestro sustento, y una ballena varada, muerta y atrapada en un instrumento usado en la pesca, tuvo que venir a recordárnoslo al arribar a nuestro malecón mazatleco.