Editorial
Ante la llegada de la pandemia provocada por el Covid-19, los países se vieron obligados a tomar decisiones, la primera tuvo que ver con la estrategia inicial para enfrentar la llegada del virus.
La primera disyuntiva fue hacer o no una cuarentena. Después de todo lo que hemos vivido nos parece lógico haber apostado por la cuarentena, pero en los momentos iniciales las cosas no estaban tan claras.
Países como Estados Unidos y Brasil decidieron desoír los consejos de la Organización Mundial de la Salud y enfrentaron la llegada de la pandemia a “cara descubierta”.
Algunos argumentan que las razones de estos países fueron meramente políticas, errores o falta de decisión, pero detrás de estas decisiones se encontraba una razón muy importante: la económica.
Los estadounidenses apostaron por mantener su economía andando, al igual que los brasileños, y ahora sabemos las consecuencias funestas que esta decisión provocó en la salud de sus habitantes.
Estados Unidos y Brasil son los epicentros de los contagios a nivel mundial, con miles de muertos y millones de contagiados, sin embargo sus economías, mal que bien, siguen caminando.
México apostó por la cuarentena y consiguió contener la pandemia sin colapsar su sistema de salud, pero su economía es un barco atrapado en la “calma chicha”.
En favor de los gobernantes podemos decir que las decisiones que toman no son fáciles, en ocasiones, como la que vivimos, las opciones son entre lo malo y lo menos malo.
La economía de México es importante, pero es mucho más importante la salud de sus habitantes; el problema es que las dos cosas están íntimamente ligadas y cualquier decisión sobre una termina afectando a la otra.
La siguiente fase de la pandemia implicará revivir una economía estancada, sin descuidar la salud de la población mexicana, un reto que nos pondrá a prueba a todos.