Cuando vemos la sociedad moderna en México, podemos ver la amalgama de generaciones que la componen, y un factor clave es la convivencia entre personas de mayor edad y ciudadanos jóvenes.
Es de notar que las experiencias que viven las nuevas generaciones nada tienen que ver con las que han vivido los habitantes de mayor edad, algo muy normal en toda sociedad debido al avance en los conocimientos, la tecnología y la percepción del mundo conforme avanza el tiempo.
En México, los ciudadanos que apenas llevan una o dos elecciones no atisban el gran avance que ha tenido la democracia en este país.
Sus padres vivieron la época de un partido hegemónico, que más era una maquinaria de Estado para permanecer en el poder, épocas de control político y económico en manos de un Gobierno cuasi autoritario, cuasi paternal.
Sus padres acudieron a las urnas en busca de un cambio, eran jóvenes precedidos de una generación que tomó las calles y fueron agredidos con todo el poder del Estado, reprimidos, encarcelados y hasta asesinados o desaparecidos.
Se abrieron espacios de participación a regañadientes y los jóvenes ochenteros y noventeros comenzaron a empujar, convencidos que la confrontación violenta no era la mejor opción.
En el nuevo Siglo 21, la sociedad mexicana dio giros radicales e materia de democracia, la oposición ganó espacios impensables, como la Presidencia de la República, siempre en busca de un mejor país y un real progreso económico y social.
Los votantes sufragaron por fórmulas esperanzadoras y el país avanzó en experiencia democrática y ha alcanzado una madurez cívica muy encomiable,
Las elecciones son cada vez más confiables, más que nada por la participación ciudadana en la asistencia a las urnas y, por supuesto, por quienes asumen con toda integridad la realización de la jornada electoral y quienes merecen toda la confianza de sus vecinos.
Ayer, el Pleno de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación aprobó por unanimidad el dictamen del cómputo final de la elección presidencial, declaración de validez del proceso electoral y de Presidenta de la República, electa para el periodo del 1 de octubre de 2024 al 30 de septiembre de 2030.
Con esto, la sociedad mexicana refrenda al régimen de la cuarta transformación, por supuesto en busca de un mejor México, seis años que pueden consolidar un cambio de rumbo o agotar un modelo de gobierno que ha prometido mucho.