De la intensidad a la barbarie

30/12/2024 04:00
    La guerra que vivimos, que se intensificó desde el 9 de septiembre, y se viven sin duda sus peores momentos, con la intención de los grupos de hacer ver cada vez más quién es el más despiadado, mientras la sociedad sólo puede intentar sobrevivir a los ríos de sangre que éstos provocan.

    Un mensaje distribuido en redes sociales supuestamente a nombre de una de las facciones del Cártel de Sinaloa provocó desde la semana pasada una oleada de crímenes que aunque de por sí su naturaleza es espeluznante, han decidido grabarlos en video y difundirlo a través de las propias redes.

    El audio fue incluso retomado por medios internacionales que analizan el comportamiento de los grupos del crimen organizado que se disputan el territorio y el control del Cártel desde hace ya casi medio año.

    El mensaje, lleno de reproches y amenazas, giran alrededor de acciones que desde el punto de vista de una facción no deberían ser válidas en una guerra como la actual, por el ataque directo contra familiares, ataques a viviendas o incluso el determinado trato a quienes presentan luego como víctimas.

    Y las advertencias o amenazas nos ofrecen un acercamiento a ese abismo interminable de violencia terrorista y de las peores ideas salidas de la mente humana con tal de hacer daño.

    Por ambos bandos hay ya comportamientos que nada le piden a las acciones que habíamos visto sólo en redes sociales, difundidas por grupos armados en partes lejanas del mundo, como el grupo terrorista Isis o los grupos paramilitares en Colombia.

    En Sinaloa ya podemos ver, con la peor de nuestra suerte, cómo hay víctimas que son desmembradas o decapitadas vivas, rociados con gasolina e incendiadas mientras les reprochan alguna acción o sus cuerpos son abandonados sin ojos.

    La guerra que vivimos, que se intensificó desde el 9 de septiembre, y se viven sin duda sus peores momentos, con la intención de los grupos de hacer ver cada vez más quién es el más despiadado, mientras la sociedad sólo puede intentar sobrevivir a los ríos de sangre que éstos provocan.

    Un mensaje distribuido en redes sociales supuestamente a nombre de una de las facciones del Cártel de Sinaloa provocó desde la semana pasada una oleada de crímenes que aunque de por sí su naturaleza es espeluznante, han decidido grabarlos en video y difundirlo a través de las propias redes.

    El audio fue incluso retomado por medios internacionales que analizan el comportamiento de los grupos del crimen organizado que se disputan el territorio y el control del Cártel desde hace ya casi medio año.

    El mensaje, lleno de reproches y amenazas, giran alrededor de acciones que desde el punto de vista de una facción no deberían ser válidas en una guerra como la actual, por el ataque directo contra familiares, ataques a viviendas o incluso el determinado trato a quienes presentan luego como víctimas.

    Y las advertencias o amenazas nos ofrecen un acercamiento a ese abismo interminable de violencia terrorista y de las peores ideas salidas de la mente humana con tal de hacer daño.

    Por ambos bandos hay ya comportamientos que nada le piden a las acciones que habíamos visto sólo en redes sociales, difundidas por grupos armados en partes lejanas del mundo, como el grupo terrorista Isis o los grupos paramilitares en Colombia.

    En Sinaloa ya podemos ver, con la peor de nuestra suerte, cómo hay víctimas que son desmembradas o decapitadas vivas, rociados con gasolina e incendiadas mientras les reprochan alguna acción o sus cuerpos son abandonados sin ojos.

    La guerra que vivimos, que se intensificó desde el 9 de septiembre, y se viven sin duda sus peores momentos, con la intención de los grupos de hacer ver cada vez más quién es el más despiadado, mientras la sociedad sólo puede intentar sobrevivir a los ríos de sangre que éstos provocan.