Editorial
La muerte de Giovanni López sigue desnudando al aparato del poder, no solo de Jalisco, sino del País entero.
La presentación del Alcalde de Ixtlahuacán de Los Membrillos, Eduardo Cervantes Aguiar, ante el Fiscal del Estado es solo otra muestra de la arrogancia de nuestras autoridades.
El señorón se dio el lujo de ausentarse a la primera cita con el Fiscal, argumentando problemas de agenda, como si sus actividades fueran más importantes que un caso que desangra al País, debido a las intensas manifestaciones que ha provocado la indignación por el asesinato.
Para colmo de males, después de la presentación ante el Fiscal, el Alcalde fue entrevistado para que relatara su versión ante la autoridad y se negó en redondo, mostrando la enorme arrogancia de las autoridades cuando son cuestionadas por una instancia superior.
La sola presentación del Alcalde sienta ya un precedente en nombre de la justicia, algo que podríamos presumir como un avance, pero todavía estamos lejos de conseguir algo parecido a la justicia para las víctimas y sus familiares.
La familia de Giovanni reveló que ese mismo Alcalde intentó silenciarlos ofreciéndoles 200 mil pesos a cambio de su silencio, una vieja práctica de los que mandan en este País, echar toneladas de billetes encima de sus errores para sepultar el pasado.
Una de las principales exigencias en contra de las autoridades municipales y estatales en Jalisco es que a un mes del asesinato de Giovanni apenas si se han pronunciado sobre el asesinato, intentando de cubrir el ataque con el silencio.
Otra de las imperdonables de nuestros políticos en este caso es que lo hayan convertido en un pleito entre el gobierno estatal y el federal, donde se discute de todo, menos del acceso a la justicia.
Es hora de comenzar a hacer más justicia y menos política.