Cambios de fondo

    Por eso es que hay informes como el de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Sinaloa, donde documenta quejas sobre abusos cometidos por instituciones públicas y una de las más denunciadas es la Fiscalía General del Estado de Sinaloa.

    Si de evaluaciones sobre la calidad del servicio se trata, la que está relacionada con las de seguridad pública siempre quedan a deber en México.

    El País ha arrastrado a lo largo de su historia una impunidad que no ha sabido sacudirse con reformas que permitan tener una mayor eficiencia en la solución de la procuración de justicia.

    Hasta ahora, han pesado sobre esas instancias las reformas para cambiar de nombre, pero sin cambios de fondo que permitan a la población volver a confiar en las corporaciones e instituciones.

    Basta ver, por ejemplo, como en Sinaloa, o en Zacatecas, familias de personas desaparecidas han dejado en evidencia al Servicio Médico Forense que resguardan cuerpos de víctimas y no los entregan.

    O también, como a lo largo y ancho del País, las escenas de abusos policíacos sobre civiles se repiten una y otra vez, sin acciones efectivas que contribuyan a erradicar esas conductas.

    Por eso es que hay informes como el de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Sinaloa, donde documenta quejas sobre abusos cometidos por instituciones públicas y una de las más denunciadas es la Fiscalía General del Estado de Sinaloa.

    Entre las quejas que ha acumulado están las relacionadas en algo que debería hacer bien, pero siguen fallando: en una integración irregular de las carpetas de investigación o por la negativa a recibir una denuncia.

    No sorprende que eso ocurra, porque las prácticas no son recientes y a pesar de que la dependencia cambie de nombre, de métodos para designar a los responsables o que se defina como un ente autónomo, de fondo no se ha tenido la transformación.

    Y mientras esas irregularidades no sean atendidas, la demanda de justicia entre la población seguirá presente como parte de los principales reclamos, por más reformas judiciales que se impulsen.

    La justicia, pues, no llegará a México con una sola reforma, sino que se requieren de varias que transformen las operaciones de las corporaciones de seguridad, de las fiscalías y de los juzgados de todos los niveles, locales o federales. Si lo dejan a medias, la deuda seguirá pendiente de saldarse.