En todos estos años dando cobertura a la información de hechos violentos, podemos afirmar que nos han pasado muchas cosas, hemos tenido experiencias de diversa índole y nos hemos topado con muy variadas situaciones. Por supuesto casi ninguna agradable.
Sin embargo, este jueves que recién pasó tuvimos una de esas vivencias que preferiríamos no tener nunca: nuestros reporteros estuvieron prácticamente presenciando una balacera, la cual fue grabada en sus videos e incluso se transmitió en vivo a través de nuestra cuenta de Facebook.
Pese a lo que pudiera pensarse, por la cantidad de hechos de alto impacto que nos toca cubrir, cualquiera pensaría que estamos acostumbrados, o incluso que nos gusta estar en esa situación, pero nada más lejos de la realidad.
Ciertamente es probable que la adrenalina del momento nos mueva y nos mantenga en guardia, y hasta con cierto nivel de acelere, pero lo que es un hecho es que lamentamos estar en esas situaciones y a los editores que desde la Redacción monitoreamos desde el interior a los reporteros no hay un hecho que nos estrese más y nos vulnere tanto como colocar a nuestros reporteros y fotógrafos en ese tipo de situaciones.
No es la primera vez que nos sucede, y desgraciadamente es casi seguro que no será la última, pero la realidad es que todas nuestras indicaciones, asignaciones y protocolos de cobertura nos señalan cómo NO colocarnos en ese tipo de hechos cuando aún están desarrollándose, tenemos la experiencia para ello, sin embargo hay jornadas como la de este jueves donde todo se conjuga para traernos esa mala jugada.
Ese día, desde temprano, alrededor de las 8:00 horas, se empezaron a reportar hechos violentos en Culiacán, así como sonidos de balaceras que vecinos de diferentes sectores de la zona sur de la capital realizaban al número de emergencias.
A esas horas de la mañana registramos que había movimiento armado, sin comprobarlo por nosotros mismos, sino con base en reportes de vecinos y corporaciones, en colonias como la 5 de Mayo, la 21 de Marzo y Los Huizaches.
De hecho en esta última se confirmó poco después que un hombre murió asesinado en ese lapso en un ataque a balazos, sin embargo un rato más tarde se presentó lo más fuerte, cuando nuestro reportero y nuestro fotógrafo, junto con compañeros de otros medios de comunicación, llegaron a la colonia Lázaro Cárdenas a dar cobertura al reporte de una casa incendiada.
Ya las corporaciones policiales y militares arribaban también al lugar y mientras nuestro fotógrafo captaba imágenes en foto y video, nuestro reportero alistó la transmisión en vivo a través de nuestra cuenta de Facebook, que es el procedimiento estándar que tenemos para cualquier cobertura de seguridad: recibimos el reporte, nos acercamos al lugar de los hechos, confirmamos que ya estén los elementos de las fuerzas del orden desplegados y empezamos a transmitir en vivo, y a tomar fotos y videos.
Sin embargo, en este hecho del jueves se presentó la situación que aún estando ya las corporaciones repartidas en toda la zona, se empezaron a escuchar detonaciones, quedando transmitidas en nuestro streaming o enlace en vivo por Facebook, y en los videos que tomaba nuestro fotoperiodista.
Es usual en Culiacán, podría decirse, pero transmitir en vivo balazos y atestiguarlos tan de cerca no es el común denominador para nuestra gente.
En el suceso se temía inicialmente que se estuviera disparando desde el aire a través de un dron, pues se detectó uno de estos aparatos volando en el área, y no era un dron de las corporaciones. La versión oficial descartó horas después esta versión y aseguraron que los disparos fueron porque continuaba el enfrentamiento entre civiles armados, sin embargo, también trascendió que el intercambio de disparos era entre las fuerzas del orden y los criminales armados.
Sin tener certeza directa en ese momento del origen de las balas, resguardados bajo un techo de concreto y de la manera menos arriesgada posible, nuestros dos periodistas continuaron su labor y realizaron la cobertura completa tanto en vivo como registrando todo en fotografías y videos.
No es una cobertura de la que nos sintamos orgullosos, al contrario, nos preocupa que nuestros periodistas se expongan de esa manera y siempre tratamos de que esto no suceda.
Este fue un hecho fortuito en el que nos tocó estar así de cerca, y aunque ciertamente aplaudimos de manera interna y profesional el temple y el arrojo de nuestro reportero y nuestro fotógrafo, lo cierto es que sí los reprendemos en cierta forma por no respetar del todo los protocolos de seguridad que tenemos.
Sabemos que es parte de su trabajo la intención de atestiguar todo, es algo que a los periodistas de verdad nos corre por las venas, no huir sino casi correr hacia el peligro, en una especie de temeridad que no es más que el empuje que nos sostiene a los verdaderos reporteros para mantenernos en este tipo de coberturas.
Sin embargo, como medio no es nuestra intención y buscamos que no nos vuelva a ocurrir un hecho semejante tan de cerca, y mucho menos deseamos que nuestras transmisiones en directo a nuestros seguidores en Facebook se conviertan en un escaparate para reflejar esta violencia, pues muchas veces lo hemos dicho que todos nuestros reportes, transmisiones y publicaciones son más que nada con la intención de prevenir del peligro a la comunidad.
En esta ocasión se presentó de esta manera, y por más exitosa que haya sido la transmisión en Facebook, y los videos en redes, lo cierto es que preferimos mil veces no recibir esos miles de lectoría, con tal de que nuestros periodistas no atravieses de nuevo situaciones similares.
Por desgracia sabemos que esto puede volver a suceder, por eso reforzamos nuestros protocolos y nos sentimos preparados para continuar de manera profesional, seria y ética este tipo de coberturas, pero con el firme deseo de que no se vuelvan a presentar.