Cada cierto tiempo, no tan largo como en realidad quisiéramos, debemos hacer un alto no solo para reflexionar, sino para tratar de hacer reflexionar sobre los peligros que nos acechan en el periodismo.
No es la primera vez que abordamos el tema, y seguros estamos de que por desgracia no será la última.
Hacemos el alto a raíz del más reciente asesinato de un periodista en nuestro País, en este caso fue cerca nuestro, aquí en Nayarit, a unos kilómetros de nuestra entidad.
Tras su desaparición los primeros días de julio, el día 8 de este mes fue hallado asesinado Luis Martín Sánchez, corresponsal del periódico nacional La Jornada.
El diario español El País lo informa así:
https://elpais.com/mexico/2023-07-08/asesinado-el-periodista-luis-martin-sanchez-en-nayarit.html
“Llevaba desaparecido desde el miércoles y tres días después su cadáver ha sido hallado en una pequeña localidad a las afueras de Tepic, capital de Nayarit. Luis Martín Sánchez era el corresponsal de La Jornada en el Estado del Pacífico mexicano. Cuando su esposa denunció la desaparición, añadió que en su casa faltaban también su computadora, el celular y un disco duro, según informa la prensa local. Con Martín, ya son cuatro los periodistas asesinados en lo que va de año, prolongando la senda homicida contra los informadores en México, uno de los países más letales para la prensa.
“El cuerpo de Martín fue encontrado a primera hora de la mañana dentro de una bolsa de plástico, maniatado y con un mensaje clavado con un cuchillo en el pecho, según fuentes cercanas al periodista. El patrón tantas veces repetido por los grupos del crimen organizado. Nayarit, en pleno corredor del Pacífico y vecino de Sinaloa, al norte, y Jalisco, al sur, arrastra un oscuro pasado reciente de violencia y conexiones del poder político con las mafias. El ex Fiscal Édgar Veytia, conocido como El Diablo, cumple condena en EE UU por narcotráfico. Mientras que el ex Gobernador de Nayarit Roberto Sandoval Castañeda está encarcelado por corrupción”.
Dos párrafos que resumen todo, que reseñan una situación insostenible en México que a pocos parece impactar o importar. Nosotros mismos, como periodistas, asumimos el riesgo y seguimos adelante. No hay mucho por hacer.
Sí levantamos la voz, sí protestamos, sí denunciamos, sí publicamos... pero sabedores de que poco o nada se va a solucionar, pues es parte de un contexto más amplio de inseguridad, de impunidad y de arreglos oscuros entre el poder y la delincuencia organizada.
Nos estremece un dato publicado esta semana por El Economista, donde señala que casi la mitad de los periodistas en México hemos recibido alguna o más amenazas.
“Según el informe Periodistas en México, encuesta de sus perfiles demográficos, laborales y profesionales, 47.6 por ciento de los consultados contestó que ha recibido amenazas o intimidaciones en los últimos cinco años. De este porcentaje, 7.1 por ciento dijo haberlo sufrido frecuentemente y 40.5 por ciento lo sufrió alguna vez”.
En el documento, en el que se evaluaron los resultados de 486 encuestas del estudio internacional Worlds of Journalism, continúa la nota, se resaltó que 76.9 por ciento de los periodistas ha sufrido insultos o discurso de odio (19.2 por ciento frecuentemente y 57.7 por ciento algunas veces).
“Mientras que la descalificación pública de su trabajo fue experimentada por 66.8 por ciento de los participantes en el estudio (16.6 por ciento con frecuencia y 50.2 por ciento rara vez). Más de la mitad (50.7 por ciento), del total de comunicadores, afirmó haber enfrentado vigilancia o espionaje con frecuencia o alguna vez. Además, 38 por ciento de los participantes en el estudio dijo haber sido víctima de hackeo (7.3 por ciento frecuentemente y 30.7 por ciento alguna vez).
“Por su parte, 32.9 por ciento (4.7 por ciento con frecuencia y el 28.2 por ciento rara vez) tuvo que padecer la divulgación de su información personal”.
Frustración, indignación, tristeza, temor... todos los sentimientos y emociones que se pueda imaginar pasan de manera frecuente por quienes ejercemos esta profesión.
Tratamos de combatirlo con información, con denuncia, con ética, con rigor periodístico, pero por desgracia no es suficiente.
En Noroeste, como en casi todos los medios profesionales, serios e independientes en este País, no somos ajenos a estas situaciones, las hemos sufrido todas las mencionadas en el estudio Worlds of Journalism, las padecemos más frecuentemente de lo que quisiéramos.
Un mensaje por aquí, una amenaza por allá, un ataque supuestamente insignificante, un ataque subiendo de nivel... estamos en un estado de constante alerta, y aunque tenemos protocolos institucionales de seguridad establecidos clara y públicamente para prevenir, contrarrestar y minimizar el impacto hacia nuestros periodistas, es desgastante, costoso y muy pesado de soportar en el día a día.
Por eso nos solidarizamos en estos momentos con los compañeros caídos, como el del reciente caso del periodista asesinado en Nayarit, así como dos colegas desaparecidos y rescatados con vida en esos mismos días y en esa misma entidad.
En una profesión tan arrolladora como el periodismo sabemos de los riesgos y los afrontamos, sobre todo los que hacemos periodismo de denuncia, serio y aguerrido. Pero sabemos también que ya no queremos estar solos, que ya no queremos enfrentar estas situaciones, que aspiramos a una realidad donde lectores, líderes de opinión y autoridades reflexionen con nosotros y trabajemos para bajar el riesgo en este llamado “el mejor oficio del mundo”.