Detenerse y verificar, la clave ante la desinformación en momentos de crisis

    En los recientes hechos que se vivieron en Sinaloa, donde se dieron enfrentamientos, despojo e incendio de vehículos y bloqueos carreteros, no solo ese día jueves circuló información falsa o sacada de contexto, sino que los días subsiguientes seguían haciendo circular notas, audios o hasta imágenes con textos intimidatorios o de amenaza. Los audios se concentraban en lanzar alertas de supuestos enfrentamientos, balaceras o más bloqueos.

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    En tiempos en que corre tanta información en numerosas plataformas digitales y redes sociales es importante hacer un alto y reflexionar sobre la importancia de que los lectores sepan distinguir entre información confiable y desinformación.

    En Noroeste es una lucha que enfrentamos a diario, pues abundan los medios y páginas de Internet o cuentas de redes sociales que se dedican a explotar el morbo, o a publicar información que no está confirmada.

    Y peor aún, muchas veces se comparte contenido con la firme intención de desinformar, manipular o hasta infundir temor y caos.

    Esto sobre todo impera cuando ya de por sí hay una situación caótica o de alerta, y ahí es donde muchas personas aprovechan para contribuir aún más a generar alarma y preocupación. Y muchos usuarios de redes o de WhatsApp, a veces por ingenuidad, por ignorancia o por miedo, hacen crecer esa desinformación, o información engañosa o distorsiones, al compartirla de inmediato a sus contactos o sus conocidos.

    En los recientes hechos que se vivieron en Sinaloa, donde se dieron enfrentamientos, despojo e incendio de vehículos y bloqueos carreteros, no solo ese día jueves circuló información falsa o sacada de contexto, sino que los días subsiguientes seguían haciendo circular notas, audios o hasta imágenes con textos intimidatorios o de amenaza. Los audios se concentraban en lanzar alertas de supuestos enfrentamientos, balaceras o más bloqueos.

    Las autoridades de manera constante tenían que lanzar avisos de desmentidos y pedían a la gente no circular información falsa. El propio Gobernador abordó el tema desde su conferencia de prensa semanera.

    Desde nuestras plataformas digitales y redes, tratamos de contribuir en todo momento a apoyar esos avisos aclaratorios, y sobre todo, reforzamos nuestra consigna de revisar y confirmar todo lo posible.

    Ese día, el Jueves Negro, contribuimos incluso con El Sabueso, la plataforma del sitio de noticias Animal Político, cuyo objetivo es precisamente la verificación de información, y se lograron aclarar algunos contenidos falsos.

    Buscamos de manera constante ayudar en este tipo de iniciativas y, sobre todo, siempre seguimos al pie de la letra lo que sugieren los expertos: verificar o pensar ¿quién está detrás de la información? ¿Cuál es la evidencia? ¿Qué dicen otras fuentes?

    Por supuesto para los periodistas es una obligación verificar la información, y tenemos reglas y herramientas para hacerlo, hemos aprendido a hacerlo desde hace mucho y más ahora cuando datos ingentes nos saturan desde diferentes plataformas.

    Sin embargo, para la gente en general no es sencillo verificar datos, y muchas veces el acelere del momento, el temor que se puede sentir, o el simple morbo, hace que sin siquiera dudarlo o pensarlo le den reenviar de inmediato a esa información que les llamó la atención.

    Y precisamente acabamos de decir la clave de lo que siempre se debería hacer cuando nos llega información delicada por WhatsApp o alguna red social o Internet: dudarlo y pensarlo por un momento antes de compartir o reenviar.

    Pero sin duda, en el caso de nosotros los medios profesionales no es el lector quien tiene la obligación de confirmar. No. Es nuestro deber confirmar antes de publicar, y en el caso de información relacionada con la seguridad, donde muchas veces no fluye información oficial de manera inmediata, por lo menos debemos cuidar la forma en que redactamos y qué es lo que realmente podemos divulgar en ese momento, ampliando y aclarando datos en la medida en que va fluyendo la información.

    En su artículo titulado “Cómo combatir la crisis de desinformación”, el periodista Brian X. Chen, principal escritor sobre tecnología de consumo de The New York Times, habla precisamente de eso y señala: “Lo más importante es la lección más general: tómate un momento para pensar”.

    Hace la siguiente referencia a lo que señala Peter Adams, vicepresidente sénior del News Literacy Project, una organización sin fines de lucro de educación en medios: “La regla número uno es ir más despacio, hacer una pausa y preguntarse: ‘¿Estoy lo suficientemente seguro de esto como para compartirlo?’”.

    “Si todos hicieran eso”, dice Adams, “veríamos una reducción dramática de la desinformación en línea”.

    Los expertos, y coincidimos con ellos, la principal recomendación que dan para los lectores en general es que elija con cuidado lo que lee y donde lo lee, la base es que sea un medio confiable, serio, profesional y reconocido.

    Adans lo resume así: “En lugar de confiar únicamente en la información que aparece en tus redes sociales, elige un conjunto de publicaciones en las que confíes, como un periódico, una revista o un programa de noticias, y recurre a ellos regularmente”.

    Y es que “aunque las redes sociales como Facebook y Twitter nos ayudan a mantenernos conectados con la gente que nos importa, hay un inconveniente: incluso la gente en la que confiamos puede estar difundiendo información falsa sin saberlo, así que podrían tomarnos desprevenidos. Y con todo mezclado en un solo canal de redes sociales, se hace más difícil distinguir la información real de la falsa, así como los hechos de las opiniones”.

    Los medios de comunicación tradicionales, continúa el experto de News Literacy Project, tienen una característica y una importancia en este asunto: “Están lejos de ser perfectos, pero están sujetos a un proceso de estándares que normalmente no se ve en el contenido generado por los usuarios, incluyendo los memes”.

    Y sí, en Noroeste estamos sujetos a cometer errores, como cualquiera, pero nuestros procesos editoriales, nuestros protocolos y nuestra experiencia hacen que seamos un medio confiable. Ciertamente no somos los únicos, afortunadamente, pero lo que queremos decirle es que realmente nos esforzamos en todo momento para contribuir a combatir la información falsa, tergiversada o manipulada, haciendo nuestro trabajo constante de confirmar y verificar todos los datos que nos llegan, y procesarlos de manera profesional y ética, antes de transmitirlos.

    En momentos como los que atravesamos recientemente en Sinaloa, más que nunca, es cuando buscamos contribuir con nuestros contenidos a la prevención y utilidad, sin exagerar; a la reflexión y el entendimiento, sin alarmar; a contextualizar y analizar lo más posible, sin desbocarnos por ganar la nota o ganar un clic.