A propósito de los Paralímpicos, lenguaje correcto y sensible para hablar de discapacidad

    El lenguaje no sólo evoluciona por el habla cotidiana o los nuevos conceptos, sino que se adapta a las nuevas realidades de aceptación e inclusión, a la tolerancia y la sensibilidad.

    Mucho se habla de que en la actualidad, a diferencia de otras épocas, hay más sensibilidad en el aspecto del manejo de términos para referirse a personas, animales o situaciones, y que lo “políticamente correcto” dista mucho de lo que era hace unos años.

    Se habla de que ahora se debe uno cuidar de todo para no herir sensibilidades o no ser “cancelado”, como se acostumbra por parte de los jóvenes en las redes sociales.

    Y sí, de hecho, ahora es diferente. Claro, en todas las épocas vamos evolucionando, a veces más aceleradamente que otras, y a veces para bien y otras para mal.

    En cuestión de lenguaje y términos, que es lo que a nosotros nos impacta y/o nos importa más, dado que es nuestro insumo o herramienta principal, para muchas personas se les puede hacer exagerado el cuidado que ahora se le debe dar a las palabras que se escriben o se dicen, pero para otros puede estar mejor la situación.

    Nosotros, que algo conocemos y nos movemos en este asunto, pensamos que hay de todo. En algunas cuestiones se ha mejorado, pero no en todas.

    Pero hoy queremos hablar de uno que sí ha evolucionado para bien, así lo creemos y lo practicamos, y es en el manejo del lenguaje relacionado con la discapacidad.

    Aprovechamos que están a punto de iniciar los Juegos Paralímpicos, donde paraatletas de todo el mundo participan y logran sorprendernos y conmovernos con sus logros, que lucen más por la adversidad de la que se han sobrepuesto para llegar a esos niveles y a ese evento en especial.

    Hasta hace unas décadas, a las personas con alguna discapacidad no sólo se les llegaba hasta a esconder por parte de sus familiares, sino que eran tratadas como personas de menos valía.

    Después de usar muchos términos despectivos para con ellos, se les llegó incluso a decir minusválidos, que significa que valen menos.

    Esa, por ejemplo, es una de las palabras o términos que ya no deben usar, sobre todo en medios de comunicación serios y profesionales que muchas veces somos no sólo informadores, sino formadores, es decir, mucha gente aprende o sale de dudas de alguna palabra o término según cómo la usamos nosotros en nuestras páginas.

    De ahí la importancia de tener el mayor de los cuidados a la hora de usar términos que pueden tergiversarse, o llegar a ser ofensivos.

    Lo correcto, actualmente aceptado y acreditado a nivel internacional, es denominarlos personas con discapacidad, así fue acordado por la Convención Internacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU.

    Y lo señala así: “Porque la discapacidad es una situación provocada en la interacción entre la persona, sus características, el medio físico y social no habilitado para la diversidad propia de la naturaleza humana. La discapacidad no es un atributo del ser persona humana. La discapacidad ya no se define como una cuestión de salud o de rehabilitación, sino de Derechos Humanos. Esto implica una perspectiva de promover una visión positiva al abordar el tema, y no de asistencialismo”.

    Esta es la razón, continúa el artículo, por la que nunca se refiera a la persona con discapacidad como: Discapacitado, anormal, enfermo, minusválido, incapaz.

    Ojo, tampoco se les debe decir personas con Capacidades Diferentes, personas con Capacidades Especiales o personas con Necesidades Especiales.

    En el aspecto periodístico, en un artículo publicado por la Fundación Gabo, titulado “Palabras equivocadas al escribir sobre personas con discapacidad”, hace un listado de términos que no se deben usar y por qué, y señala que antes sí se usaban.

    “Lo que se considera lenguaje aceptable con respecto a las discapacidades ha cambiado dramáticamente con el tiempo, y las normas siguen adaptándose a medida que evolucionan la comprensión y las percepciones”, señala el artículo.

    “Muchos de los términos que se mencionan a continuación fueron ampliamente utilizados y no siempre se consideraron ofensivos, pero ahora se considera ampliamente que implican inferioridad o tienen otras connotaciones negativas. Otros son términos médicos anticuados o términos coloquiales”.

    Y enlista varias de esas palabras, contenidas en una guía de estilo creada por el Centro Nacional Para Discapacidad y Periodismo, con sede en la Escuela de Periodismo y Medios Masivos de Comunicación Walter Cronkite, de la Universidad Estatal de Arizona.

    Aunque no las reproduciremos todas, sí señalamos algunos ejemplos, para ilustrar términos que no se deben usar.

    - Anormal: inadecuado cuando se utiliza para describir a un individuo.

    - Afligido con: implica que una persona con una discapacidad está sufriendo o tiene una calidad de vida reducida.

    - Apto: se refiere a una persona que no tiene una discapacidad. El término implica que todas las personas con discapacidad carecen de “cuerpos capaces” o la capacidad de usar bien sus cuerpos.

    - Confinado a una silla de ruedas: describe a una persona sólo en relación con un equipo diseñado para liberar en lugar de confinar.

    - Loco: es considerado ofensivo y no debe ser utilizado excepto en citas directas de especialistas en salud mental.

    - Sordos y mudos: evite estos términos ya que a menudo se usan incorrectamente y pueden ser ofensivos. Prefiera con discapacidad auditiva o de habla.

    - Con defecto de nacimiento: evite estos términos al describir una discapacidad porque implica que la persona es de alguna manera incompleta.

    - Demente, senil: evite describir a alguien de esta manera. Utilice términos que pongan la palabra “persona” al principio. Por ejemplo, “persona con demencia”.

    - Epiléptico: el término convulsión se prefiere cuando se refiere a la breve manifestación de síntomas comunes entre los que tienen epilepsia. Evite indicar que la persona tuvo un ataque epiléptico.

    - Lunático o psicótico: es considerado ofensivo y no debe ser utilizado excepto en citas directas pronunciadas por especialistas o autoridades.

    - Retrasados ​​mentales: siempre trate de especificar el tipo de discapacidad a la que se está haciendo referencia. De lo contrario, los términos discapacidad mental, discapacidad intelectual y discapacidad de desarrollo son aceptables.

    - Parapléjico: evite referirse a un individuo como parapléjico. En su lugar, digamos que la persona tiene paraplejia.

    - Cuadripléjico: de nuevo, es mejor utilizar expresiones donde se ponga a la persona primero, como “una persona con cuadriplejía” en lugar de tetrapléjico.

    - Vegetal: utilice mejor expresiones como “una persona en estado vegetativo”. Evite referirse a alguien como un vegetal, ya que tales palabras deshumanizan a la persona.

    Qué interesante, ¿no cree? El lenguaje no sólo evoluciona por el habla cotidiana o los nuevos conceptos, sino que se adapta a las nuevas realidades de aceptación e inclusión, a la tolerancia y la sensibilidad.

    Es vital adaptarnos a esto y sobre todo nosotros los medios con mayor razón. Así lo hacemos y de antemano nos disculpamos si en algún texto se nos llega a ir algún término insensible o hasta despectivo. Trabajamos en aprender y corregir.

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    Mucho se habla de que en la actualidad, a diferencia de otras épocas, hay más sensibilidad en el aspecto del manejo de términos para referirse a personas, animales o situaciones, y que lo “políticamente correcto” dista mucho de lo que era hace unos años.

    Se habla de que ahora se debe uno cuidar de todo para no herir sensibilidades o no ser “cancelado”, como se acostumbra por parte de los jóvenes en las redes sociales.

    Y sí, de hecho, ahora es diferente. Claro, en todas las épocas vamos evolucionando, a veces más aceleradamente que otras, y a veces para bien y otras para mal.

    En cuestión de lenguaje y términos, que es lo que a nosotros nos impacta y/o nos importa más, dado que es nuestro insumo o herramienta principal, para muchas personas se les puede hacer exagerado el cuidado que ahora se le debe dar a las palabras que se escriben o se dicen, pero para otros puede estar mejor la situación.

    Nosotros, que algo conocemos y nos movemos en este asunto, pensamos que hay de todo. En algunas cuestiones se ha mejorado, pero no en todas.

    Pero hoy queremos hablar de uno que sí ha evolucionado para bien, así lo creemos y lo practicamos, y es en el manejo del lenguaje relacionado con la discapacidad.

    Aprovechamos que están a punto de iniciar los Juegos Paralímpicos, donde paraatletas de todo el mundo participan y logran sorprendernos y conmovernos con sus logros, que lucen más por la adversidad de la que se han sobrepuesto para llegar a esos niveles y a ese evento en especial.

    Hasta hace unas décadas, a las personas con alguna discapacidad no sólo se les llegaba hasta a esconder por parte de sus familiares, sino que eran tratadas como personas de menos valía.

    Después de usar muchos términos despectivos para con ellos, se les llegó incluso a decir minusválidos, que significa que valen menos.

    Esa, por ejemplo, es una de las palabras o términos que ya no deben usar, sobre todo en medios de comunicación serios y profesionales que muchas veces somos no sólo informadores, sino formadores, es decir, mucha gente aprende o sale de dudas de alguna palabra o término según cómo la usamos nosotros en nuestras páginas.

    De ahí la importancia de tener el mayor de los cuidados a la hora de usar términos que pueden tergiversarse, o llegar a ser ofensivos.

    Lo correcto, actualmente aceptado y acreditado a nivel internacional, es denominarlos personas con discapacidad, así fue acordado por la Convención Internacional por los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU.

    Y lo señala así: “Porque la discapacidad es una situación provocada en la interacción entre la persona, sus características, el medio físico y social no habilitado para la diversidad propia de la naturaleza humana. La discapacidad no es un atributo del ser persona humana. La discapacidad ya no se define como una cuestión de salud o de rehabilitación, sino de Derechos Humanos. Esto implica una perspectiva de promover una visión positiva al abordar el tema, y no de asistencialismo”.

    Esta es la razón, continúa el artículo, por la que nunca se refiera a la persona con discapacidad como: Discapacitado, anormal, enfermo, minusválido, incapaz.

    Ojo, tampoco se les debe decir personas con Capacidades Diferentes, personas con Capacidades Especiales o personas con Necesidades Especiales.

    En el aspecto periodístico, en un artículo publicado por la Fundación Gabo, titulado “Palabras equivocadas al escribir sobre personas con discapacidad”, hace un listado de términos que no se deben usar y por qué, y señala que antes sí se usaban.

    “Lo que se considera lenguaje aceptable con respecto a las discapacidades ha cambiado dramáticamente con el tiempo, y las normas siguen adaptándose a medida que evolucionan la comprensión y las percepciones”, señala el artículo.

    “Muchos de los términos que se mencionan a continuación fueron ampliamente utilizados y no siempre se consideraron ofensivos, pero ahora se considera ampliamente que implican inferioridad o tienen otras connotaciones negativas. Otros son términos médicos anticuados o términos coloquiales”.

    Y enlista varias de esas palabras, contenidas en una guía de estilo creada por el Centro Nacional Para Discapacidad y Periodismo, con sede en la Escuela de Periodismo y Medios Masivos de Comunicación Walter Cronkite, de la Universidad Estatal de Arizona.

    Aunque no las reproduciremos todas, sí señalamos algunos ejemplos, para ilustrar términos que no se deben usar.

    - Anormal: inadecuado cuando se utiliza para describir a un individuo.

    - Afligido con: implica que una persona con una discapacidad está sufriendo o tiene una calidad de vida reducida.

    - Apto: se refiere a una persona que no tiene una discapacidad. El término implica que todas las personas con discapacidad carecen de “cuerpos capaces” o la capacidad de usar bien sus cuerpos.

    - Confinado a una silla de ruedas: describe a una persona sólo en relación con un equipo diseñado para liberar en lugar de confinar.

    - Loco: es considerado ofensivo y no debe ser utilizado excepto en citas directas de especialistas en salud mental.

    - Sordos y mudos: evite estos términos ya que a menudo se usan incorrectamente y pueden ser ofensivos. Prefiera con discapacidad auditiva o de habla.

    - Con defecto de nacimiento: evite estos términos al describir una discapacidad porque implica que la persona es de alguna manera incompleta.

    - Demente, senil: evite describir a alguien de esta manera. Utilice términos que pongan la palabra “persona” al principio. Por ejemplo, “persona con demencia”.

    - Epiléptico: el término convulsión se prefiere cuando se refiere a la breve manifestación de síntomas comunes entre los que tienen epilepsia. Evite indicar que la persona tuvo un ataque epiléptico.

    - Lunático o psicótico: es considerado ofensivo y no debe ser utilizado excepto en citas directas pronunciadas por especialistas o autoridades.

    - Retrasados ​​mentales: siempre trate de especificar el tipo de discapacidad a la que se está haciendo referencia. De lo contrario, los términos discapacidad mental, discapacidad intelectual y discapacidad de desarrollo son aceptables.

    - Parapléjico: evite referirse a un individuo como parapléjico. En su lugar, digamos que la persona tiene paraplejia.

    - Cuadripléjico: de nuevo, es mejor utilizar expresiones donde se ponga a la persona primero, como “una persona con cuadriplejía” en lugar de tetrapléjico.

    - Vegetal: utilice mejor expresiones como “una persona en estado vegetativo”. Evite referirse a alguien como un vegetal, ya que tales palabras deshumanizan a la persona.

    Qué interesante, ¿no cree? El lenguaje no sólo evoluciona por el habla cotidiana o los nuevos conceptos, sino que se adapta a las nuevas realidades de aceptación e inclusión, a la tolerancia y la sensibilidad.

    Es vital adaptarnos a esto y sobre todo nosotros los medios con mayor razón. Así lo hacemos y de antemano nos disculpamos si en algún texto se nos llega a ir algún término insensible o hasta despectivo. Trabajamos en aprender y corregir.

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