"Unión de fe, México fiel para siempre"
Hoy se cumplen 30 años de la primera visita de Juan Pablo II a México, un Papa que ha dejado una honda huella en nuestro país. Como Sumo Pontífice regresó cinco veces, formando una unión con los mexicanos, a los que ha considerado siempre fieles. Él mismo mostró siempre su amor a al Virgen de Guadalupe y a la cultura mexicana.
No habían pasado ni tres meses de haber asumido el pontificado, cuando el fuerte Papa polaco, Karol Wojtyla, llegaba históricamente a México, atraído por la imagen de la Virgen de Guadalupe y para estar presente en la reunión CELAM de la ciudad de Puebla.
Eran las 13 horas con 3 minutos del 26 de enero de 1979 cuando la puerta de su avión se abrió.
Salió a su encuentro el Presidente José López Portillo; nunca en recepción oficial, sólo algunas frases de cortesía.
Ya en su traslado hacia la Catedral Metropolitana, en el primer Papamóvil de la historia, un camión descubierto de manufactura poblana, Juan Pablo II vivió quizá su primer momento apoteósico: miles de personas arrodilladas en las aceras y el uniforme repicar de 25 mil campanas de los ocho mil templos en la ciudad.
El momento alcanzó su máximo nivel cuando a su paso por la avenida 20 de Noviembre, el estruendo de gritos, cánticos y rezos, lograron que brotaran lágrimas del Pontífice. Gritos a los que estaría por acostumbrarse.
A la mañana siguiente, Las Mañanitas, del Coro Juvenil de México del Colegio Alemán, despertaron al jerarca de la Iglesia católica, quien asomó a su ventana y dijo a los jóvenes que "este es el canto más bello del mundo". El canto de los niños al Papa se populariza con la canción Amigo, de Roberto Carlos.
Ese mismo 27 de enero, mientras el Papa oficiaba una misa en la Basílica de Guadalupe, hay registros de que a un costado del inmueble, construido apenas tres años atrás, se hallaba la ambulancia número 7 de la Cruz Roja, donde una mujer daba luz a un niño a manos de dos oficiales improvisados en parteros.
En su tercer día de estancia, el Santo Padre miró a miles de personas que se apretujaban a lo largo de la autopista rumbo a la reunión Episcopal de Puebla, formando una valla ininterrumpida de fieles.
EN LA CATEDRAL METROPOLITANA En enero de 1979, Juan Pablo dijo: "De mi país suele decirse: Polonia semper fidelis. Yo quiero decir también: ¡México semper fidelis! ¡México siempre fiel!" |
Ahí se encontró con gente ataviada de trajes regionales, charros, chinas poblanas, enfermos en busca de milagros, así como campesinos y curas pueblerinos.
Ya en Puebla, el Papa inauguró la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, donde lanzó un fuerte discurso en contra de las tendencias "liberacionistas" de algunos sacerdotes en América Latina.
Juan Pablo II también visitó Oaxaca. Su ánimo y energía iban en aumento. Aunque su estancia fue breve, ofició misa en la Catedral, donde Esteban Hernández explicó en zapoteco la situación indígena en México.
En el quinto y sexto días de actividad, el Papa se reunió con integrantes de la Iglesia católica en Guadalajara y visitó la Ciudad de Monterrey, lugares donde nació la tradición de despedirlo con los reflejos de miles de espejos que veía desde el aire desde la aeronave.
Segunda visita
Del 6 al 13 de mayo de 1990
En su viaje 47, fuera de Italia, su Santidad realizaba su segunda visita a México. El Presidente Carlos Salinas de Gortari lo recibió en el aeropuerto. Allí ambos pronunciaron sus discursos. En su oportunidad, el Papa externó su beneplácito de encontrarse por segunda vez en el país.
Su llamado
Llamó a los mexicanos a construir una sociedad más justa y fraterna. En México estaba apenas por concretarse el reconocimiento oficial de las iglesias y las relaciones con el Vaticano... pero no todavía. Los mexicanos se encontraron con un Pontífice mucho más custodiado y a bordo de una camioneta cerrada, tras un cristal blindado.
Quizá por el atentado que había sufrido el 13 de mayo de 1981, al iniciar una audiencia en la Plaza San Pedro, donde fue herido de un balazo en el vientre, y en la mano izquierda, por un turco llamado Alí Agca, miembro del grupo extremista "Los lobos grises", a quien el Papa visitó posteriormente en la cárcel y lo perdonó.
Juan Diego y los niños
El Santo Padre, en la Basílica de Guadalupe, beatificó al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin, y a los niños tlaxcaltecas Cristóbal, Juan, Antonio, y al Sacerdote mexicano José María Yermo y Parres.
Con el Presidente Carlos Salinas, en Los Pinos, la visita fue breve, charlaron apaciblemente, y luego el Papa se trasladó al Valle de Chalco Solidaridad, donde convivió con los habitantes de ese municipio.
Lo funesto
Durante la tercera jornada del Papa, 22 peregrinos, incluido el Obispo de Tapachula Luis Miguel Cantón Marín, que se dirigían al encuentro del Pontífice a Chiapas, perecieron en un avionazo.
Juan Pablo II acudió a la ceremonia luctuosa de las víctimas, donde se inclinó y besó el féretro del religioso muerto.
El Papa oró y dirigió a los indígenas un mensaje en las lenguas tzotzil y zoque, diciendo que "Dios cuida amorosamente de todos sus hijos". De esta manera, el Papa realizó su visita más larga a México: un total de ocho días, durante la cual visitó 11 entidades de la República: Distrito Federal, Veracruz, Jalisco, Aguascalientes, Chihuahua, Nuevo León, Chiapas, Durango, Tabasco, Zacatecas y estado de México.
Tercera visita
El 11 de agosto de 1993
Discreta, restringida, pero emotiva fue la tercera visita de su Santidad Juan Pablo II a México. Fue Mérida la sede. Pese a la brevedad, la visita del Sumo Pontífice cobró un carácter especial ya que en la "Ciudad Blanca" se ultimaron los detalles de las reformas constitucionales relativas a la relación Iglesia-Estado.
Sociedad más justa
A la ceremonia de bienvenida acudieron unas mil personas, como dirigentes de partidos políticos, militares, funcionarios públicos y periodistas.
El Papa dijo que venía a México "como peregrino del amor y la esperanza, con el deseo de alentar el impulso evangelizador y apostólico de la Iglesia, con el ideal de una sociedad más justa, en la que la solidaridad triunfe sobre la caduca pretensión del dominio".
Agotado y con paso vacilante
Ya con pasos vacilantes y a sus 73 años, llegó Juan Pablo II. Pasó entre las ya recurrentes multitudes que con respeto y fervor lo esperaban. Lucía agotado, sufría cierto temblor en su mano izquierda.
Con los indígenas latinos
Sin embargo por la tarde-noche al llegar al santuario franciscano, edificado sobre la base de la pirámide Ppappholchac, su rostro y voz recuperaron fuerza.
Estaba frente a miles de indígenas y hablaría para ellos. En su mensaje religioso exigió el cese de la discriminación y el sufrimiento de las etnias.
Ahí en Xoclán, que quiere decir "Pie hundido" el Santo Padre repitió a la multitud: "¡Ustedes son la sal de la tierra! Sal de la tierra que evita la corrupción, que da sabor a los frutos. Sal de la tierra y sol del mundo".
En ese viaje, el Pontífice dirigió su mensaje a la gente de 52 etnias indígenas procedentes de Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala, Ecuador, Haití, Nicaragua y Perú. Así, desde México saludó a todos los pueblos indígenas del continente.
Cuarta visita
Del 22 al 26 de enero de 1999
Juan Pablo II llega al hangar presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Baja tan despacio como si recorriera los 20 años que lo separan de su primera visita. Luce encorvado y con un bastón que se vuelve casi inseparable.
Así frágil, lo recibieron el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León y su esposa Nilda Patricia, además de secretarios de Estado y una valla de 22 kilómetros de largo, integrada por 2 mil feligreses, que por momentos, y por falta de organización, se desbordaba hacia él, impidiéndole continuar su paso.
Pide diálogo para Chiapas
En aquella ocasión, aunque se trataba de una visita pastoral no oficial, externó su convicción de que sólo mediante el diálogo y la solidaridad sería posible dar una solución integral al conflicto en Chiapas.
Afirmó que si bien los problemas de la entidad debían ser resueltos por las leyes vigentes, no había que olvidar que "los indígenas son los poseedores de la tierra y que por lo tanto tienen derechos que deben ser reconocidos".
Del conflicto en Chiapas, Juan Pablo desautorizó a las entonces "nacientes teologías indigenistas", a las que calificó como propuestas que intentaban sustituir a las previamente censurada Teología de la liberación, y las identificó como inspiradas en el marxismo.
Contra la violencia y el narco
Al clausurar del Sínodo de América en la Basílica de Guadalupe, se pronunció en contra de la violencia y el narcotráfico, así como por la unión de América bajo la advocación de la Guadalupana.
Luego de entrevistarse con el Presidente Ernesto Zedillo, en la residencia oficial de Los Pinos, el Papa se dirigió al autódromo Hermanos Rodríguez, más de un millón de personas, lo esperaban desde horas antes.
El Papa visitó a enfermos en el hospital Adolfo López Mateos del ISSSTE, en la Ciudad de México, en uno de los momentos más conmovedores de su viaje.
El lunes 25 de enero celebró una misa en la Nunciatura Apostólica, y se encontró con Cardenales de América. Luego, frente a un despliege tecnológico de gran magnitud, se dirigió desde el Estadio Azteca en "El Encuentro de dos mundos" a los pueblos de América.
Ahí los asistentes lo proclamaron originario de nuestras tierras. "¡Juan Pablo amigo, ya eres mexicano!", a lo que el Pontífice respondió con la misma frase.
Quinta visita
Del 30 de julio al 1 de agosto de 2002
La noche del 30 de julio el Presidente Vicente Fox recibió en el aeropuerto capitalino a un cansado Juan Pablo II. En un hecho inédito en la historia de México, donde la Constitución ordena la separación entre Iglesia y Estado, el primer mandatario, se arrodilló y besó el anillo papal de Juan Pablo II luego de que éste pisara el territorio nacional.
En dicha ocasión, el jefe del Ejecutivo defendió su formación católica y destacó que uno de los mayores cambios en el país, es que ahora el Presidente pueda asistir a un acto religioso sin tener que "esconderse".
Juan Pablo II expresó su alegría por regresar a México y recordó: "Aquí inicié mi apostolado itinerante que me ha llevado a tantas partes del mundo".
Condena
El Papa condenó el retraso y el abandono en que viven los pueblos indígenas mexicanos, exigió respeto a su dignidad y sentenció "México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México", y oró ante el Presidente, secretarios de Estado y funcionarios, "para que sean reconocidos todos los derechos de los indígenas".
Por la noche recibió al Presidente Vicente Fox y a su esposa Marta Sahagún. Al día siguiente, 1 de agosto beatificó a los mártires oaxaqueños, Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, también en la Basílica Guadalupana.
Su visaje senil y fatigado se recompuso por instantes, con la melodía de la Danza de la Pluma, que recordó, había escuchado en su visita a la tierra solar en 1979.
Aún con su deteriorada salud, su cuerpo encorvado como rama, Juan Pablo II, mandó señales de goce a través de su dedos que se movían al ritmo de las percusiones y los alientos.
La tambora, cual sonido grave, se volvió pulso cardiaco, la fiesta istmeña llegaba a plena Basílica de Guadalupe.
De esta manera concluyó su quinta visita a tierra mexicana. "Me voy pero no me voy, porque aunque me voy, de corazón me quedo", dijo el Pontífice antes de partir de su entrañable México, y continuar su periplo número 97.
El entorno político, de las visitas del Papa a México
México venía de un sexenio en que el Presidente Luis Echeverría Álvarez, no midió el gasto público en ningún sentido, y lo despilfarró en todas las formas "permitidas", la estabilidad económica que había heredado, basada en la disciplina, que en ese sentido, había imperado en sexenios anteriores, pero más aún en el de su antecesor, Gustavo Díaz Ordaz, quien elevó a manera de "regla", entre sus colaboradores del Gabinete presidencial, la frase de: "no gastar más allá de lo que podamos pagar" y "gastar sólo si se tiene para pagar".
Había tranquilidad económica
En esos años "echeverrístas", de desmedido gasto público, en el país había mucho dinero, y por consecuencia, empleo y buenos sueldos en la Empresa; la sociedad vivía cierta tranquilidad en ese sentido; la inversión pública y privada se equiparaban y llegaban a todos los rincones del país, y a todos los rubros; los gobiernos estatales estaban contagiados del "auge" económico, pues el Presidente no dudaba en abrir la cartera para todo.
Sin embargo, eso terminó por volverse en contra y había que empezar a pagar, "la maquinita de hacer e imprimir billetes" fue usada día y noche y el peso empezó a flotar como nunca.
Los 12.50 por dólar
Se acabó con la tradición de pagar el dólar a 12.50 que enseñaban los libros de Historia y Civismo de las primarias de la época, pues desde mediados del sexenio, 1970-1976, el peso se devaluó, y el dólar subió, primero a los escandalosos 18 pesos, luego a los 25 pesos por cada billete verde; al final no hubo control de la devaluación sexenal y aquello terminó en escándalo, aunque era el tiempo de hegemonía priista en México, y todo fue fácilmente ocultado.
Persecusiones y desapariciones
Todo esto sin contar con las desapariciones de líderes sociales, como estudiantes, sindicalistas, políticos; aparecen Lucio Cabañas y otros líderes, pero así también, desaparecen, y todo eso ocurrió en todo el sexenio echeverrísta.
José López Portillo, 1976-1982
Un Presidente poderoso
La primera visita del Papa Juan Pablo II a México, llegó exactamene durante el primer tercio del sexenio del Presidente José López Portillo, un Mandatario que había llegado prácticamente solo a su elección, pues no tuvo contrincante durante su campaña política.
Al inicio de su gestión, los problemas políticos hacen necesario contrarrestar la influencia de Luis Echeverría. Es una época de desapariciones y persecuciones por motivos políticos; de nacimiento de asociaciones políticas de oposición; de movimientos guerrilleros en Guerrero. México vive una de sus peores crisis económicas.
Riqueza bajo tierra
En eso años ya tenía México la expectativa de una gran disposición petrolera debido a que estaba por ponerse en marcha el primer pozo de producción de la Sonda de Campeche, como parte del Complejo Cantarell, un yacimiento descubierto en 1971 por un pescador llamado Ruidesindo Cantarell, y que en ese momento era uno de los yacimiento petrolero más importante del mundo, sólo abajo del Complejo Ghawar, en Arabia Saudita.
Altura económica
Por esos años la capacidad económica de México creció, a tal grado, que se empezaron a recibir los beneficios de una riqueza sin precedentes, los créditos empezaron a llegar, pero la administración financiera de estos, se ejercieron en el más grande desaseo, que no tardó mucho en venirse abajo todas las expectativas que había traído Cantarell.
Los despilfarros de la administración pública eran tan escandalosos, según la prensa de la época, que de aquél dicho lopezportillista que decía "preparense para administrar la riqueza", se llegó a otros, más lamentables aún, como el "no les pago para que me peguen", luego llegó al "defenderé el peso como un perro" y el no menos cruel, "nos han saqueado, no nos volverán a saquear", todo lo cual desembocó en la nacionalización de la Banca en 1982.
Abultó la Legislatura
El Presidente José López Portillo en la reforma del 7 de diciembre de 1977, y que entró en vigor hasta diciembre de 1986, aumentó a 100 el número de Diputados de representación proporcional mediante el sistema de listas regionales de candidatos para cada circunscripción.
Decepcionó
Es decir, de haber llegado a ser el Presidente más poderoso de aquellos tiempos, López Portillo, dilapidó un mejor futuro para México por simple "frivolidades" en la manera de ejercer el poder político.
Segunda y tercera visita
En Mayo de 1990. La segunda visita del Papa Juan Pablo II a México ocurre cuando el país es gobernado por Carlos Salinas de Gortari.
Vendedor de todo
En esa época, México vivía, un sexenio de importantes cambios económicos, entre ellos la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, una privatización masiva de empresas estatales, incluida la banca, la implementación del Programa Nacional de Solidaridad de combate a la pobreza, y el restablecimiento de las relaciones Iglesia-Estado y diplomáticas con el Vaticano.
Origen
Todo eso fue derivado de las negociaciones que emprendió con Estados Unidos y algunos empresarios poderosos de la época al inicio de su gobierno, al cual accedió bastante cuestionado, pues fue favorecido por un sistema político que entregaba a su Secretario de Gobernación la "responsabilidad" de convocar y organizar y calificar las elecciones federales, intermedias, y presidenciales. Y que no dudó, en colapsar su sistema de cómputo electoral, para hacer creer que su candidato era el ganador de las elecciones federales.
Deuda externa
Negoció la deuda externa, logrando plazos más amplios y por lo tanto pagos más "chicos" por ella, para que no mermarán la endeble economía mexicana que había heredado de Miguel de la Madrid Hurtado.
Sin embargo entre esas negociaciones estaba la futura firma del Tratado de Libre Comercio, cuestionado ahora, como al momento de su implementación en 1993.
Vuelve a México tres años después
Las condiciones no eran tan diferentes en el país, cuando el Papa, Juan Pablo II, visita por tercera vez a México en agosto 11 de 1993.
Pero además, estábamos a punto de sufrir las consecuencias de las decisiones desproporcionadas que el Presidente Carlos Salinas había tomado con respecto a la distribución del gasto público y en la ejecución de las políticas públicas, lo cual había calado gravemente en las zonas más pobres del país, principalmente en aquellas que eran pobladas por los indígenas de México, y por los que tanto pidió el Santo Padre en sus visitas anteriores.
La situación política pues, se había tornado tirante, al grado tal que, estaban por suceder hechos sin precedentes, como el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1 de enero de 1994, y el magnicidio cometido en contra del candidato priista, Luis Donaldo Colosio, cuando se encontraba en plena campaña presidencial.
Fuentes: UNIV/Wilkipedia/NTX