Padre Amador Campos Serrano
Las frías estepas de Ucrania y del sur de Rusia evocan legendarias escenas de jinetes diestros, con un dejo de rebeldía y audacia militar, recorriendo un mundo desconocido para la cultura occidental, en el ambiente de las costumbres y las formas de la Europa Oriental; es el mundo de los cosacos.
El término cosaco, de origen ucraniano, derivándose al ruso kosak, que significa caballero, nos llega de manera difundida, gracias al genio literario de León Tolstoi, al publicar la novela que lleva este nombre, en que muestra su desencanto por la sofisticada sociedad rusa. Esta novela fue llevada a las pantallas el siglo pasado en la década de 1960.
De los orígenes étnicos de esta agrupación, con tintes militares, no es posible tener una visión clara y teóricamente hunde sus raíces en el mundo mongol, desde el cual, paulatinamente se va incorporando gente de origen eslavo para establecerse en las estepas ubicadas en Rusia y Ucrania.
El remoto inicio de esta agrupación no fue como un movimiento político ni como el de una nación, se puede decir que no surgió antes del Siglo 10 y para el Siglo 13 ya se puede hablar de su manifiesta presencia en la historia.
Algunos afirman que fue en las riberas del Río Don, al sureste de Moscú y de la ciudad de Tula, el mismo nombre de nuestra ciudad ubicada en el estado de Hidalgo, en el Siglo 13, donde grupos de campesinos, considerados como fugitivos y para otros como bandoleros, quienes sin identificarse como una etnia particular, pretendían vivir de manera independiente, practicando la religión católica de rito eslavo.
Aún cuando la imagen más común de los cosacos nos lleva a una estructura militarizada, como extraordinarios jinetes, conservando su espíritu independiente, pero presentando, en su momento, importantes contribuciones a la nación rusa, en ocasiones también apoyaron a otras naciones en conflicto, sin embargo son importantes sus manifestaciones culturales, ente las cuales sobresale el respeto a los mayores, la hospitalidad, sin importar nacionalidad o religión, y el respeto a la mujer.
La emperatriz Catalina La Grande los considero como antiguos esclavos, que habían huido para alcanzar la libertad, concediéndoles el derecho a la libertad con la condición de custodiar las fronteras de su imperio.
Actualmente, el conocimiento de Rusia como nación, generalmente nos llega a partir del régimen de los zares, para de ahí pasar al establecimiento de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, la cual, actualmente, ya ha sufrido una transformación, pero la historia de Rusia como país y como cultura nos ofrece mucho más.
El Mundial de Futbol, cada vez más extendido hasta los últimos rincones del Planeta, es un espacio que nos permite descubrir ambientes culturales aún desconocidos para introducirnos en el mundo mágico de las culturas en su variedad de manifestaciones.