Bueno, pues se van las visitas y retomamos nuestras vidas hasta donde el virus lo permita, volvemos a nuestras ocupaciones y seguramente tendremos en mente que este año sí.... Voy a bajar de peso, voy a hacer ejercicio, voy a aprender chino (está de moda) voy a estar pendiente de que Juanito aprenda y haga tareas, voy a mejorar mis relaciones con mi cónyuge, voy a enojarme menos, etcétera.
Con ese planteamiento no se logra nada, sugiero que cambien eso de este año por este día y comiencen diario, y así un día lo logramos el siguiente casi y si le ponemos nombre por quien lo estamos haciendo para que nos empuje, capaz lo lograremos, hay que ver a futuro, pero con los pies en el presente y ánimo de lucha.
Los pronósticos para este año no son nada alentadores en todo el mundo, pero en este País, gracias a ya saben quién, se presenta especialmente difícil, va a necesitar que mostremos de qué estamos hechos y sacar la casta para salir adelante con buenas decisiones, procurando mantener el control de nosotros mismos, ya que nos pueden llevar al estrés extremo y enfermar porque baja las defensas, porque el miedo, el enojo, la incertidumbre, llevan a la depresión, porque el cuerpo produce las hormonas que no ayudan, en lugar de las que sanan y alegran.
En fin, hay demasiadas crisis en nuestro entorno y en nuestra casa, tanto es que se dispararon las denuncias por maltrato en las familias.
Entonces, es un buen propósito de Año Nuevo, vida nueva, procurar no ser la causa de esa crisis, procurar ponerse el objetivo diario de ejercitar la paciencia, la empatía, la generosidad, etcétera, recordando siempre que educamos con lo que tenemos a mano y por el momento, y va a durar el momento, son estas crisis económica, de salud, de temperamentos, de estar amontonados.
Que nos vean luchar es la mejor forma de educar, pero no luchar emberrinchados, rezongando, con palabrotas, mal genio, sino espíritu de lucha deportiva, con ánimo positivo, alegre, divertido, que ve el lado positivo de las cosas porque todas lo tienen y que no se achica ante las dificultades, sino que se crece.
Eso es lo que deberíamos procurar enseñar a los hijos, al final, cuando vuelvan los buenos empleos, lo que buscan los empleadores no es muchos conocimientos, sino un temperamento afable, buena disposición, mente abierta y creativa para resolver problemas y empática, y los emprendedoreslograrán emprender si tienen estas características.
Pues que las crisis no necesariamente son malas, son señales de cambios, que no nos gustan demasiado, pero son necesarios, hay que saberlas aprovechar en lugar de padecerlas, siempre nos zarandean, pero sabiendo que no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo soporte, siempre al final de la tempestad sale el Sol.
Por el momento hay crisis por todos lados, pero una que tiene un papel muy importante y da pie a las otras, es la crisis de autoridad, está mal vista, según porque va contra nuestra libertad, y quien debe ejercerla le saca, tiene miedo de ejercerla, pero la autoridad sí es lícita, tiene no solo derecho sino deber de ejercerla, y los padres tenemos el derecho y el deber, si no lo hacemos, lo que sucede es la anarquía.
Es un problema mundial, pero a nosotros lo que nos corresponde es nuestra familia, si cada familia se avoca a mejorar volvería a ser un lugar agradable. Estas crisis tienen tres efectos graves.
En primer lugar, deteriora el papel de la institución familiar como núcleo básico de la organización social.
En segundo, perjudica la formación de los niños y jóvenes para una vida adulta de compromiso sostenido. Se constata cada vez más el aumento de divorcios y parejas que optan por una unión libre, en lugar del compromiso matrimonial, que cuesta, pero esas opciones son sinónimo de que no habrá lucha, a la primera que no me agrade ahí nos vemos, y cada uno de esos intentos es derrota, deja huella, dolor, enojo y niños desubicados y dañados.
Y, en tercer lugar, esta debilidad formativa inhabilita a los jóvenes de hoy para educar a la generación siguiente, sus propios hijos, acentuando un progresivo deterioro en cadena hacia la decadencia de la sociedad.
Y si, la paz y la guerra comienzan siempre en el hogar, para aliviar este deterioro habría que buscar enfoques más de acuerdo con los tiempos que vivimos, quiere decir que autoridad no es “Porque lo digo yo”, “Yo digo tú te callas”, “Aquí se hace lo que yo digo”.
La autoridad es ante todo servicio y sino se ejerce con comprensión y con cariño no sirve, no se acepta, no tiene buenos resultados. Entre otras cosa requiere un adecuado manejo de los límites.
Cuando los padres no logran marcar límites a los hijos, dejan de cumplir su obligación de transmitir una imagen positiva con perfiles bien definidos, lo que priva a los hijos de una guía que buscan y necesitan de sus mayores, puntos de referencia y modelos de conducta y aprendizaje.
La autoridad paterna cumple su función educativa cuando se ejerce con cariño, estímulo y paciencia, la ausencia de esos requisitos esenciales la convierte en autoritarismo, cuyas consecuencias son tan perniciosas como la equivocada permisibilidad que ha invadido todo.