"¡Qué te vaya bonito, Chavela!"
MÉXICO, (UNIV)._ La caja está cubierta por su huipil tejido de colores blanco y negro, con las orillas rojas, las flores sobre el féretro conmocionan al público que se encontraba al centro del recinto, de antemano una fila de seguidores desea despedirse de Chavela Vargas en el Palacio de Bellas Artes.
Su cuerpo fue recibido en medio de aplausos, a un homenaje de cuerpo presente .
La presidenta de Conaculta, de donde recibía una beca por ser considerada como un ícono de la ciudad, emite también su discurso lleno de entusiasmo.
"Como un regalo del cielo halló la forma de llevar la canción mexicana a todo el mundo, fue un canto desde las entrañas que sacudió a una sociedad, promovió las mujeres cantantes como Lucha Reyes, Lola Beltrán, Lucha Villa, entre otras", dijo Consuelo Sáizar.
Recordó la soledad e independencia de esta alma rebelde e indómita, que abrió las puertas a nuevos espacios. Ella pasó de todo sin pasar de moda.
"Luego de una ausencia por una serie de problemas, resurgió a la música con gente como Almodóvar, Alejandro González Iñárritu y la vimos cantar en Frida y Babel.
"Nuevamente sus canciones ocuparon el imaginario colectivo, el Olympia de París se estremeció, Jenne Moreau llegó a decir que se emocionaron con sus canciones, Monsivais (Carlos) fue su cronista, recibió medallas, premios, fue ciudadana distinguida de la Ciudad de México, José Alfredo y Joaquín Sabina le compusieron canciones. Costarricense de nacimiento, pero su voz y talento la hicieron mexicana voz profunda y entrañable transformaron las canciones rancheras ¡Que te vaya bonito Chavela!", fue el emotivo discurso de Saizar para así continuar con la Guardia de honor.
Eugenia León le dedicó "Flor de Azalea", mientras Lila Downs cantó "La barca", pero para el tema representativo de "La llorona" ambas se unieron a Tania Libertad para hace este tributo.
Luego el mariachi Gallos puso "Paloma negra", "Piensa en mí", "Me cansé de rogarle", entre otras.
Mientras, algunos de sus seguidores entre llantos, tocaron la caja. Chavela era una cantante de música sin edades entre su público, la diversidad entre adolescentes, familias y adultos mayores se hizo presente.
Incluso hasta la comunidad lésbico, gay bisexual y transgénero, desplegaron su bandera frente al féretro.
Homenaje. Aplausos dieron la bienvenida a Chavela.
En medio de aplausos, hace unos minutos fue recibido el cuerpo de la cantante mexicana de origen costarricense Chavela Vargas en el Palacio de Bellas Artes.
Durante dos horas se rendirá un homenaje de cuerpo presente a la fallecida intérprete.
Al son del mariachi, los restos de Vargas ingresaron al palacio, donde también se han escuchado ya sus temas clásicos "El último trago" y "La Macorina".
Tras el deceso de Vargas, el pasado domingo, Consuelo Sáizar, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), anunció la ceremonia de cuerpo presente en honor de la famosa intérprete.
La misma Sáizar se encargó de recibir el cuerpo de Chavela en Bellas Artes, donde otras personalidades como Eugenia León, Lila Downs y Tania Libertad también estaban entre los asistentes.
Apenas ayer se realizó otro homenaje a Vargas en la Plaza de Garibaldi, donde las mismas Downs, Libertad y Eugenia León le cantaron.
Adiós en Garibaldi
MÉXICO, (UNIV).- Las lágrimas no iban bien con Chavela Vargas, pero la música, el tequila y la alegría eran parte fundamental en su vida, y fue así como la legendaria Plaza Garibaldi le dio el adiós a esta mujer que hizo de la canción mexicana su lenguaje, a través de un recital en el que Eugenia León, Tania Libertad y Lila Downs interpretaron las canciones favoritas de "La Chamana".
Después de una larga espera, el féretro con sus restos mortales arribó a Garibaldi alrededor de las 19:10 horas del lunes, donde fue recibido por sus seguidores con porras. Al terminar el público de rendirle sus respetos, se hizo un silencio cuando se anunció la aparición de Vanessa Bauche.
La actriz compartió una anécdota al recordar su visita a la casa de Chavela en Tepoztlán, Morelos, hace un año cuando estrenó su videoblog.
"El encuentro con Chavela, como sucede con los seres mágicos, con los seres poderosos, que viven intensamente, total, abiertamente cada segundo de su vida, es un encuentro que te marca para siempre", dijo antes de leer un poema del autor Carlos Mapes "Mariachi sin mariachi", que fue dedicado a Chavela en algún momento de su vida
Con un gran sentimiento y mucha pasión Eugenia León, Tania Libertad y Lila Downs, dieron inicio a un pequeño recital con las canciones más queridas de Chavela Vargas, por lo que se hicieron acompañar por el Mariachi Gama 1000 y Los Macorinos, Juan Carlos 'Che' Allende y Miguel Peña, guitarristas y compañeros inseparables de "La Chamana" en sus últimos tiempos.
"Chavela ya te tocó cruzar el río, llévate este jorongo como la representación de nuestro cariño y todo el pueblo de México", expresó Lila Downs, a quien Chavela designó en vida su sucesora, quien interpretó "Vámonos ", "Cruz de olvido" y regalo el tema "El feo", que causó furor entre los asistentes, a pesar de que está en zapoteco y español.
"Estamos tristes, pero a la vez profundamente satisfechos y agradecidos de vivir esta época con Chavela Vargas. Hoy despedimos a la reina, pero ya tenemos que contarle a nuestros nietos", dijo Eugenia León.
"Me dijo la Chavela que si se iba antes que yo, hablara de amor, no del desamor, no de la de Lorca o la de Rulfo, porque ella ya tenía camino largo hablando de ello, me pidió que hablara del amor y ella escribió: ama, ama sin medida, sin límites, sin complejos, sin permiso, sin coraje, sin consejo, sin duda, ni desprecios, sin cura, sin nada, ama, no tengas miedo de amar, de tirar lágrimas, con amor o sin él", expresó Bauche.
Entonces vinieron los momentos más emotivos de la noche, cuando las voces de Tania, Eugenia y Lila, se unieron para cantar el tema más emblemático de Chavela, "La llorona", línea por línea fue coreada por la gente reunida en la plaza Garibaldi, la cual se emocionó aún más cuando las tres se tomaron de las manos y comenzaron a bailar.
Por último se escuchó "México lindo y querido", también cantado por las tres mujeres, haciendo que los presentes alzaran la voz para seguirlas en su interpretación, recordando que Chavela amó tanto a México que no le importó cruzar un océano para venir a morir en la tierra que la cobijó desde que era una adolescente.
Al grito de "¡Chavela, Chavela, Chavela!", los seguidores que estuvieron presentes en el homenaje póstumo, el cual llegó a sentirse casi como una fiesta, tal vez como le hubiera gustado a Chavela Vargas; vieron como el féretro fue retirado de la capilla ardiente en que se convirtió la plaza, para ser trasladado a una funeraria de Félix Cuevas, entre muchos aplausos y mientras sonaban "Las golondrinas".
EL DESCANSO DE CHAVELA
Las cenizas de Chavela Vargas serán esparcidas en el Cerro del Chalchi, frente al que ella tenía su casa en Tepoztlán, Morelos.
DISCOS
Dejó más de 80 producciones musicales, hace unos meses grabó su último fonograma con versos de Federico García Lorca, "La luna grande
En el 'corazón' de Palencia
Claudia Peralta
Chavela Vargas dejó en Horacio Palencia tres experiencias imborrables y difíciles de igualar: la primera, que le grabó un tema de su inspiración; la segunda, que compartió momentos con ella, y la tercera, que él canta una melodía en el homenaje acústico La Chamana, un tributo a Chavela Vargas, próximo a salir.
Corazón negro se titula la canción que Palencia escribió especialmente para ella, fue la última canción que Chavela cantó, para el filme Salvando al soldado Pérez, que protagonizó Miguel Rodarte.
El cantautor sinaloense tiene sentimientos encontrados por la pérdida de Chavela, de quien se fue a despedir la tarde del lunes a la Plaza Garibaldi, donde se le rindió un homenaje de cuerpo presente.
Palencia compartió cómo se dio el encuentro con la intérprete de La llorona, en su casa de Tepoztlán, Morelos, y cómo es que llegó la oportunidad de que eligiera su melodía.
Todo inicia cuando el productor de la película, Beto Gómez, pidió a la disquera Universal Music que le recomendara un buen compositor ya que necesitaba un corrido para su película, así fue que se comunicaron con él.
"Me mandaron la sinopsis, me puse a investigar la carrera de Chavela Vargas, su estilo, cómo cantaba las canciones, y en base a eso compuse Corazón negro, la cual mandé al productor y la aceptó de inmediato", relató vía telefónica.
"Después se la mandamos a Chavela para que la empezara a ensayar con sus músicos, a lo cual ella me dijo que le había gustado mucho mi canción, pero en tono de risa dijo que se le hacía un poco difícil cantarla porque estaba medio batallosa".
Pero las sorpresas estaban iniciando, pues aunque le respaldaba una carrera fructífera como compositor, el que una figura como Chavela aceptara grabarle un tema y tuviera un acercamiento personal con ella, es invaluable.
"Tuve el placer y el honor de estar presente el día que se grabó mi canción, en el lugar donde vivía, Tepoztlán, a donde transportamos un estudio portátil de grabación, ya que por su avanzada edad no fue posible trasladarla a un estudio", relató emocionado. Siempre se portó muy amable, fue una persona muy sencilla".
-¿Cómo era Chavela?
"Una persona muy noble, normal, muy agradable, nos saludó siempre con una sonrisa en la cara, muy buena gente", rememoró.
"Tenía ese temor que siendo una personalidad tan importante dentro de la música vernácula a nivel internacional de alguna forma mostrara desplantes, pero fue todo lo contrario, una persona muy sencilla".
-¿Cómo la recuerdas?
"El domingo que me dieron la noticia de su fallecimiento, me puse un poco triste, nostálgico. Lo que más me enterneció es que siendo un compositor tan joven y ella había grabando canciones de compositores tan importantes, como José Alfredo Jiménez, Armando Manzanero, y otros más, me tomara en cuenta y que me haya grabado una canción", comentó.
La invitación para formar parte de La Chamana, un tributo a Chavela Vargas, fue su tercera sorpresa, y le llegó vía Twitter de la intérprete vernácula (@ChavelaVargas).
"Primero me contactan pidiéndome el audio original de Corazón negro, creyendo que yo lo tenía, entonces me comuniqué con la disquera para que me consiguieran el audio original, y a los días me llegó otro mensaje en donde me hacían la invitación formal para ser parte de este disco homenaje a la gran Chamana", señaló.
En el álbum saldrá vía internet gratuitamente el 20 de este mes, contendrá 42 melodías
Pedro Almodóvar se despide de Chavela.
La carta completa que el "Presentador Oficial de Chavela Vargas" y cineasta le escribió a la cantante al saberla muerta.
Durante 20 años la busqué en sus escenarios habituales y desde que la encontré en el diminuto backstage de la madrileña Sala Caracol llevo otros 20 años despidiéndome de ella, hasta esta larguísima despedida, bajo el sol abrasivo del agosto madrileño.
Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos y de la que se salía reconciliado con los propios errores, y dispuesto a seguir cometiéndolos, a intentarlo de nuevo.
El gran escritor Carlos Monsiváis dijo "Chavela Vargas ha sabido expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues". Según el mismo escritor, al prescindir del mariachi Chavela eliminó el carácter festivo de las rancheras, mostrando en toda su desnudez el dolor y la derrota de sus letras. En el caso de "Piensa en mí", (eso lo digo yo) una especie de danzón de Agustín Lara, Chavela cambió hasta tal punto el compás original que de una canción pizpireta y bailable se convirtió en un fado o una nana dolorida.
Ningún ser vivo cantó con el debido desgarro al genial José Alfredo Jiménez como lo hizo Chavela. "Y si quieren saber de mi pasado, es preciso decir otra mentira. Les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca (YO NUNCA, cantaba ella) he llorado".
Chavela creó con el énfasis de los finales de sus canciones un nuevo género que debería llevar su nombre. Las canciones de José Alfredo nacen en los márgenes de la sociedad y hablan de derrotas y abandonos, Chavela añadía una amargura irónica que se sobreponía a la hipocresía del mundo que le había tocado vivir y al que le cantó siempre desafiante.
Se regodeaba en los finales, convertía el lamento en himno, te escupía el final a la cara. Como espectador era una experiencia que me desbordaba, uno no está acostrumbrado a que te pongan un espejo tan cerca de los ojos, el desgarro con tirón final, literalmente me desgarraba. No exagero. Supongo que habrá alguien por ahí que le pasara lo mismo que a mí.
En su segunda vida, cuando ya tenía más de 70 años, el tiempo y Chavela caminaron de la mano, en España encontró una complicidad que Méjico le negó. Y en el seno de esta complicidad Chavela alcanzó una plenitud serena, sus canciones ganaron en dulzura, y desarrolló todo el amor que también anidaba en su repertorio.
"Oye, quiero la estrella de eterno fulgor, quiero la copa más fina de cristal para brindar la noche de mi amor. Quiero la alegría de un barco volviendo, y mil campanas de gloria tañendo para brindar la noche de mi amor."
A lo largo de los años 90 y parte de este siglo, Chavela vivió esta noche de amor, eterna y feliz con nuestro país, y como cada espectador, siento que esa noche de amor la vivió exclusivamente conmigo. Chavela te cantaba solo a tí, al oído, y cuando el torrente de su voz fue menos potente, (no hablo de declive, ella no lo conoció, hizo y cantó lo que quiso y como quiso) Chavela se volvió más íntima.
Las mejores versiones de "La llorona" las interpretó en sus últimos conciertos. Abordaba la canción con un murmullo, y en ese tono continuaba, recitando palabra por palabra, hasta llegar al épico final. Cantar lo que se dice cantar solo cantaba la última estrofa, de un modo ascendente hasta gritar su última y breve palabra. "Si como te quiero quieres llorona, quieres que te quiera más. Si ya te he dado la vida, llorona, qué más quieres. ¡Quieres MÁS!" Estremecía escuchar la palabra "más" gritada por Chavela.
La presenté en decenas de ciudades, recuerdo cada una de ellas, los minutos previos al concierto en los camerinos, ella había dejado el alcohol y yo el tabaco y en esos instantes éramos como dos síndromes de abstinencia juntos, ella me comentaba lo bien que le vendría una copita de tequila, para calentar la voz, y yo le decía que me comería un paquete de cigarrillos para combatir la ansiedad, y acabábamos riéndonos, cogidos de la mano, besándonos. Nos hemos besado mucho, conozco muy bien su piel.
Los años de apoteosis española hicieron posible que Chavela debutara en el Olympia de París, una gesta que solo había conseguido la gran Lola Beltrán antes que ella. En el patio de butacas tenía a mi lado a Jeanne Moreau, a veces le traducía alguna estrofa de la canción hasta que Moreau me murmuró "no hace falta, Pedro, la entiendo perfectamente" y no porque supiera español.
Y con su deslumbrante actuación en el Olympia parisino consiguió, por fin, abrir las puertas que más férreamente se le habían cerrado, las del Teatro Bellas Artes de Méjico DF, otro de sus sueños. Antes de la presentación en París un periodista mejicano me agradeció mi generosidad con Chavela. Yo le respondí que lo mío no era generosidad, sino egoísmo, recibía mucho más que daba. También le dije que aunque no creía en la generosidad sí creía en la mezquindad, y me refería justamente al país de cuya cultura Chavela era la embajadora más ardiente.
Es cierto que desde que empezara a cantar en los años 50 en pequeños antros (¡lo que hubiera dado por conocer El Alacrán, donde debutó con la bailarina exótica Tongolele!) Chavela Vargas fue una diosa, pero una diosa marginal. Me contó que nunca se le permitió cantar en televisión o en un teatro.
Después del Olympia su situación cambió radicalmente. Aquella noche, la del Bellas Artes del D.F., también tuve el privilegio de presentarla, Chavela había alcanzado otro de sus sueños y fuimos a celebrarlo y a compartirlo con la persona que más lo merecía, José Alfredo Jiménez, en el bar Tenampa de la Plaza de Garibaldi. Sentados debajo de uno de los murales dedicados al inconmensurable José Alfredo bebimos y cantamos hasta el amanecer (ella no, solo bebió agua aunque al día siguiente los diarios locales titulaban en su portada "Chavela vuelve al trago"). Cantamos hasta el delirio todos los que tuvimos la suerte de acompañarla esa noche, pero sobre todo cantó Chavela, con uno de los mariachis que alquilamos para la ocasión. Era la primera vez que la escuchábamos acompañada por la formación original y típica de las rancheras. Y fue un milagro, de los tantos que he vivido a su lado.
En su última visita a Madrid, en una comida íntima con Elena Benarroch, Mariana Gyalui y Fernando Iglesias, tres días antes de su presentación en la Residencia de Estudiantes, Elena le preguntó si nunca olvidaba las letras de sus canciones. Chavela le respondió: "a veces, pero siempre acabo donde debo". Me tatuaría esa frase en su honor. ¡Cuántas veces la he visto terminar donde debe! Aquella noche en el indescriptible bar Tenampa, Chavela terminó la noche donde debía, bajo la efigie de su querido compañero de farras José Alfredo, y acompañada de un mariachi. Las canciones que ella desagarró en el pasado, acompañada por dos guitarras, volvieron a sonar lúdicas y festivas, donde y como debía ser. "El último trago" fue aquella noche un delicioso himno a la alegría de haberse bebido todo, de haber amado sin freno y de seguir viva para cantarlo. El abandono se convertía en fiesta.
Hace cuatro años fui a conocer el lugar de Tepoztlán donde vivía, frente a un cerro de nombre impronunciable, el cerro de Chalchitépetl. En esos valles y cerros se rodó "Los siete magníficos", que a su vez era la versión americana de "Los siete samuráis" de Kurosawa. Chavela me cuenta que la leyenda dice que el cerro abrirá sus puertas cuando llegue el próximo Apocalipsis y solo se salvarán los que acierten a entrar en su seno. Me señaló el lugar concreto de la ladera del cerro donde parecían estar dibujadas dichas puertas.
Circulan muchas leyendas, orgánicas, espirituales, vegetales, siderales, en esta zona de Morelos. Además de los cerros, con más roca que tierra, Chavela también convive con un volcán de nombre rotundo, Popocatépetl. Un volcán vivo, con un pasado de amante humano, rendido ante el cuerpo sin vida de su amada. Tomo nota de los nombres en el mismo momento en que salen de los labios de Chavela y le confieso mis dificultades para la pronunciación de las "ptl" finales. Me comenta que durante una época las mujeres tenían prohibido pronunciar estas letras. ¿Por qué? Por el mero hecho de ser mujeres, me responde. Una de las formas más irracionales (todas lo son) de machismo, en un país que no se avergüenza de ello.
En aquella visita también me dijo "estoy tranquila", y me lo volvió a repetir en Madrid, en sus labios la palabra tranquila cobra todo su significado, está serena, sin miedo, sin angustias, sin expectativas (o con todas, pero eso no se puede explicar), tranquila. También me dijo "una noche me detendré", y la palabra "detendré" cayó con peso y a la vez ligera, definitiva y a la vez casual. "Poco a poco", continuó, "sola, y lo disfrutaré". Eso dijo.
Adiós Chavela, adiós volcán.
Tu esposo, en este mundo, como te gustaba llamarme,
Pedro Almodóvar.