"Una fiesta con los muertos en Mazatlán"
MAZATLÁN._ La Callejoneada de Día de Muertos, que reúne a mazatlecos y turistas que visitan la ciudad, convocó a miles de personas en el Centro Histórico.
Los cohetones abrieron el cielo para que las ánimas bajaran a convivir con los vivos en este recorrido que se está convirtiendo en una tradición porteña.
La legendaria figura de La Catrina se ha convertido en el símbolo de la fiesta de Día de Muertos y fue el personaje principal de la Callejoneada.
A la imagen original la han enriquecido con elementos de diferentes orígenes y l Callejoneada fue un escaparate para lucir diferentes Catrinas acompañadas, muchas de ellas, por un Caballero Calavera vestido de frack.
Otros muertos menos aristocráticos bailaban y entablaban contacto con el público, junto con los zanqueros, que, maquillados como calaveras, bailaron con el numeroso contingente que acompañaba la marcha.
Al frente de la procesión iba una Catrina, tras ella una banda de música sinaloense ambientaba con su ritmo, más atrás varias carretas con barriles de cerveza era jaladas por burros, ante la algarabía de los participantes.
El recorrido tiene como objeto visitar los altares de muertos que están dispuestos en la ruta que sigue el tumulto de personas que disfrutan, bailan y toman cerveza durante el trayecto.
Dos bandas más pusieron el toque musical a la caravana, que recorrió la calle Constitución, en donde vieron el altar dedicado a Rigoberto Lewis, en la Plazuela Machado.
Fue una majestuoso homenaje construido desde el pavimento del parque hasta las alturas de la cúpula del quiosco, alrededor de la construcción colocaron una serie de figuras de papel maché que representan caballos montados por seres mitológicos, piezas que originalmente adornaron la Carroza Real del desfile de Carnaval de 2014.
La alegoría carnavalera se elevó con figuras de papel maché que remataron en una foto del diseñador de carros alegóricos que murió en el primer mes de este año.
La siguiente parada del contingente fue La Casa de Caracol, en donde Laura Medina colocó un homenaje de papel picado a una ex Reina del Carnaval, Isela Wong, soberana en 1962.
Porcelanas chinas, budas y comida del lejano Oriente fueron las ofrendas que disfrutó la que fue la primera Reina del Carnaval que aportó la colonia china, comunidad instalada desde el Siglo 19 en el puerto.
Fuera de la librería, una mujer ataviada con el traje real que utilizó Isela Wong, pintada como calavera, saludó a los transéuntes desde su trono.
En el Hotel Melville, Mirla Osuna, la primera mazatleca que montó altares de muertos en el puerto, a finales de los años 70 y 80 del siglo pasado, colocó una ofrenda a la cantante Gail y su amigo Lauro, que fueron huéspedes de ese sitio por largas temporadas invernales y convivieron con la comunidad porteña.
En el Museo Arqueológico se realizó un complejo montaje en el que un gran numero de cráneos de calavera de papel maché adornaron, en hileras, el altar inspirado en la estética de la muerte que utilizaban las culturas prehispánicas en sus templos. Fue realizado por el artista plástico Jorge Hurtado.
En las paredes de la sala de exposiciones temporales del Museo Arqueológico colocaron una serie de grabados en madera con motivos inspirados en la urnas mayas y aztecas.
El 29 de septiembre de este año murió uno de los artistas visuales más destacados de México, Luis Nishizawa. Hace más de 15 años vino a Mazatlán para ofrecer un curso a jóvenes pintores sinaloenses, por esa razón el Museo de Arte de Mazatlán ofreció su homenaje mortuorio al destacado pintor mexicano. Pinceles y óleos fueron parte de esta ofrenda.
En el Colegio
Sinaloense, antes de que llegaran los participante de la Callejoneada de Día de Muertos, se ofreció un espectáculo lleno de Catrinas y muertos que disfrutaban de un Carnaval.
En el segundo piso de la institución se colocaron alegóricos homenajes de papel picado a Rigoberto Lewis, Raúl Velasco y Rodolfo T. Loaiza.
Uno de los más bellos altares del recorrido fue el que una familia que habita la calle Libertad le colocó a Alma Delia Soto.
El buen gusto y el amor con el que fue construido, con los objetos más queridos de la difunta, ambientado con la música que ella disfrutó en vida, era una verdadera invitación para que las ánimas bajaran del cielo a compartir con sus familiares.
El destino final de la Callejoneada fue el Teatro Ángela Peralta, en donde la banda siguió tocando hasta bien entrada la noche.
FUROR POR LAS CATRINAS
Al finalizar la Callejoneada, en la Plazuela machado, las Catrinas fueron abordadas por las personas para tomarse selfies y fotografias tradicionales, en una noche en la que los muertos compartieron el color, los olores, el incienso y la comida con los vivos.