Ya están muy próximas dos fechas muy significativas, son las fechas más esperadas por millones de mexicanos, la Nochebuena y Navidad, sin embargo, en varias casas serán unas celebraciones atípicas, dolorosas, o incómodas, me refiero a todas las familias que en este año sufrieron la pérdida de un ser querido, el cual, en esta reunión, no estará presente. Es frustrante estar separados de nuestros seres queridos en momentos de celebración que además son tan familiares y llenas de alegría.
Es por ello que, en estas fechas decembrinas, muchos no tienen ganas de pasar una noche navideña ni celebrar año nuevo por el gran dolor que siguen sintiendo tras la pérdida de su ser querido, que puede ser la ausencia de hijo, madre, padre, o pareja.
Estas celebraciones de diciembre, nos bombardea la mercadotecnia y solo pensamos en nosotros, en la fiesta, en lo que comeremos, en disfrutar a toda la familia reunida, pero existe en nuestro país una gran cantidad de personas que, lejos de estar felices durante la Navidad, pasan por una de las circunstancias más dolorosas y tristes de su vida: el fallecimiento de un ser querido y el dolor de tener que afrontar este duelo y sobre todo en este mes.
Si tú estás pasando por este momento y/o conoces a alguien que necesite de una orientación, te recomendamos asistir a terapia tanatológica, donde se aprenderá a encontrar un punto intermedio para no caer en evitar a toda costa lo que se asocie con esta época o por lo contrario hacer como si no hubiera pasado nada, el mecanismo de negación no ayuda.
Pensar en hacer una reunión familiar, puede lejos de traer más dolor, tener un efecto positivo, ya que el hablar, compartir nuestros sentimientos, comer juntos mientras nos cuidamos mutuamente, etc., puede marcar la diferencia cuando buscamos el estar mejor, date la oportunidad de vivir con serenidad esta Navidad, aun cuando estés pasando o reviviendo el duelo por la pérdida de un ser querido.
Son unas fechas en las que la alegría y el entusiasmo parecen teñirlo todo, imponiéndose casi a la fuerza, mientras que la tristeza o el dolor no son bien recibidos en nuestra mesa.
Sin embargo, estas fechas no siempre son igual de señaladas y deseadas para todos. Para otras personas suponen una carga muy pesada, algo que soportar, y no son sinónimo de alegría y felicidad. Para aquellos que han sufrido una pérdida este año, la ausencia y el vacío son los nuevos invitados (no deseados) que provocan diferentes estados emocionales como la tristeza, rabia, dolor, culpa, apatía... pasando entonces a convertir estas fiestas en un auténtico terror, anticipando con antelación la llegada de las mismas con mucho sufrimiento y preocupación.
Puede que te sientas identificado con alguna de las líneas anteriores y entonces te preguntes, “¿qué debo hacer?”; “¿celebrar o no?”; “si lo hago, ¿amargaré las fiestas a mi familia?”. Lo primero, es saber que no hay una respuesta correcta a esa pregunta. Ninguna receta nos dará la solución al problema que tenemos, puesto que cada duelo es único y personal, por lo que cada uno de nosotros lo resolveremos de una manera muy particular.
Lo primero de todo, es HACER SIEMPRE AQUELLO CON LO QUE UNO SE SIENTA MÁS CÓMODO. No te fuerces a hacer algo que no te apetece. No pasa nada porque este año no se celebre la Navidad, ni es el fin del mundo. Pero si consideras que es una obligación impuesta y no te vas a encontrar bien, es mejor que hables con tu familia y se lo plantees. Quizás podrás encontrar una solución alternativa, como asistir al evento solo el tiempo que tu estés bien.
En caso de que decidas no celebrar la Navidad, EVITA EL AISLAMIENTO. El apoyo de los más allegados es siempre fundamental para sobrellevar el dolor. Conviene aceptar la ayuda que nos ofrezcan amigos o familiares. Pero en caso de que no te sientas con fuerzas, no te obligues a hacerlo; las personas próximas a ti que te quieren lo comprenderán.
EXPRESA ABIERTAMENTE TUS EMOCIONES Y RESPETA LAS DE LOS DEMÁS. Esto es uno de los consejos principales en el proceso de duelo, y la clave de una buena recuperación. Cada persona vivirá su duelo a su manera. Puede que uno prefiera olvidarlo y hacer como si nada; mientras que otro experimente indiferencia, tristeza o rabia. No te juzgues a ti mismo ni a los demás por las reacciones que tengan en ese día ya que cada persona expresará sus sentimientos de manera diferente, pero seguro que ninguno habrá olvidado a la persona fallecida. Y es que la alegría no está reñida con el recuerdo de los que más queremos.
¿Y qué pasa con los niños? Los niños también experimentan el dolor de la ausencia. Sin embargo, no celebrarla en absoluto puede resultar muy doloroso para un niño, por lo que lo más conveniente es HABLAR CON ELLOS de acuerdo a su edad y nivel madurez. Los adultos les servirán de modelo a la hora de expresar el dolor si comparten con ellos cómo se sienten.
En resumen, se recomienda construir una nueva Navidad afrontándola de una forma diferente y asumiendo que nada volverá a ser igual. Pero al mismo tiempo manteniendo lo que nos ayuda y eliminando lo que nos hace daño.