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Columna

Un agua no mágica

    1) Para saber

    Los franceses cuentan con un rey que fue santo: San Luis. Es el único rey canonizado de Francia. Luis IX ha sido admirado como el ideal del monarca cristiano. Su reinado gozó de gran prestigio por toda la cristiandad y es uno de los monarcas más memorables de la Edad Media. Cuando alguno de sus hijos recibía el Bautismo, era motivo de alegría para el rey. Estrechaba con alegría entre sus brazos a su hijo, lo besaba con gran amor mientras le decía: “Querido hijo, hace un momento sólo eras hijo mío, pero ahora lo eres de Dios”.

    Afirma el Papa Francisco, en su carta sobre la Liturgia, que el primer encuentro que tenemos con los frutos ganados por el Señor en su pasión y muerte lo tenemos en el Bautismo. Ahí la Pascua del Señor nos envuelve; es el acontecimiento que marca nuestras vidas. Ser cristianos no es simplemente adherirnos a su pensamiento o someternos a un código de comportamiento. Es algo mucho más profundo: es la inmersión en su pasión, muerte, resurrección y ascensión, para salir renovados.

    El Bautismo no es un gesto mágico: la magia es lo contrario a los Sacramentos porque pretende tener poder sobre Dios y, por esa razón, viene del tentador. En cambio, con el Bautismo se nos da la posibilidad, por la acción del Espíritu, de morir y resucitar en Cristo.

    2) Para pensar

    Dice el refrán: “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Y el Bautismo es un gran don divino. Por eso se explica que muchos santos, y no sólo ellos, hayan tenido una gran devoción al lugar donde recibieron este Sacramento. Uno de ellos fue San Vicente de Ferrer que todos los años celebraba el aniversario de su Bautismo con una Misa. También san Francisco Solano, siendo religioso franciscano, al visitar su pueblo natal, entró en la iglesia donde había sido bautizado, se fue derecho a la pila bautismal y, arrodillado en el suelo con la frente apoyada sobre la piedra, dijo en voz alta el Credo, que al ser bautizado habían recitado sus padrinos.

    San Juan Pablo II cuando viajó a Polonia en 1979 visitó Wadowice, donde había nacido y en la parroquia se encontró que la pila bautismal donde había sido bautizado en 1920 la habían adornada con muchas flores. Entonces se arrodilló ante ella y la besó reverentemente.

    Podemos pensar si hemos profundizado en el significado de haber sido bautizados y del gran don que se ha recibido.

    3) Para vivir

    Para bautizar a alguien se requiere agua. No solo es un símbolo de ser limpiado, sino que es parte del Sacramento el cual realmente limpia del pecado. Es conveniente que dicha agua sea antes bendecida. El Papa Francisco explica que la oración para bendecir el agua bautismal nos revela que Dios creó el agua precisamente en vista del bautismo. Esto quiere decir que mientras Dios creaba el agua pensaba en el bautismo de cada uno de nosotros. En la Sagrada Escritura vemos que el agua ocupa un lugar especial: Jesús mismo es bautizado con ella. Al final de su vida, la mezcla con la sangre en la Eucaristía y desde la Cruz la derrama de su costado traspasado. Con el Bautismo, somos sumergidos en el agua para que, por el poder divino, pudiéramos ser injertados en el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia y, con Él, podamos resucitar a la vida inmortal. (articulosdog@gmail.com)