Te envío besos escritos en mis manos
el aire los lee en el camino.
Éramos solo uno en un abrazo
y el silencio conocía todo de nosotros.
Enraizados a nuestros nombres
se dieron los follajes de los hijos
muchas ramas quedaron prendidas
al tronco de la vida
tocándose siempre la una con la otra.
Ahora todas esas hojas
son alfombra que pisamos
sin escuchar las voces que nos hablan
del antaño,
las palabras se volvieron hojas resecas
alejadas, separadas, desunidas,
tiradas como escombro.
Todo cambia.
Solo el tronco sigue firme.