La adversidad a los que no persisten
Hay que cerrar las puertas a las experiencias desagradables, a los desengaños y frustraciones. La magia de la persistencia, puede transmutar las penas y errores pasados, en beneficio, éxitos y felicidad actuales.
Knut Hamsun, inmigrante noruego, fracasó en todo lo que emprendió, en Estados Unidos. Desesperado, decidió escribir la historia de sus luchas y penalidades. Ese libro, que tituló Hambre, le valió el premio Nobel de Literatura.
Las terribles experiencias de Hamsun terminaron haciéndole rico y célebre.
Harris S. Truman fracasó como tendero. Si a partir de entonces se hubiera considerado un fracaso, es seguro que no habría podido ingresar a la ruta que lo llevó a la Presidencia de la nación.
También está el ejemplo de otro hombre que se dedicó al comercio y quebró. Emprendió entonces trabajos de ingeniería y también fracasó. El alguacil remató sus instrumentos de agrimensura y con ello pagó a sus acreedores. Se unió a un grupo de soldados en campaña contra los indios y obtuvo el grado de Capitán. Su carrera como oficial fue tan deficiente que pronto se vio degradado a soldado raso y enviado a casa.
Se enamoró apasionadamente, se comprometió en matrimonio; pero la novia murió dejándolo en un estado de abatimiento. Después de dedicó a la abogacía y ganó varios casos. Después ingresó en la política, y lanzó durante años su candidatura a varios puestos y fue derrotado. Viendo la persistencia de Lincoln, y el que no pensara en los fracasos del pasado; nos damos cuenta que esa es la forma en que actúan los triunfadores.
