1) Para saber
“Cuando te lances al apostolado, convéncete de que se trata siempre de hacer feliz, muy feliz, a la gente: la Verdad es inseparable de la auténtica alegría” (San Josemaría Escrivá, Surco 185). La Iglesia siempre ha mantenido un afán por llevar a todos la Buena Nueva de Jesucristo, que conlleva alegría. Ahora el Papa Francisco reflexionó sobre la acción del Espíritu Santo en la evangelización, en la predicación de la Iglesia. Dijo que hay que tener en cuenta dos aspectos: el contenido de lo que se predica y el medio. ¿Qué se predica? Hay que partir siempre del anuncio de lo que Cristo ha hecho por nosotros: su muerte y resurrección. Es el llamado kerygma o «Evangelio»: es la buena noticia sobre Jesús. En la catequesis tiene un papel fundamental ese primer anuncio. Decir que es el primero significa que es el anuncio principal, el que siempre hay que volver a escuchar y hay que volver a anunciar de una forma o de otra. Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más consistente y más sabio que ese anuncio del kerygma. En ese anuncio se apoya toda la moral.
2) Para pensar
El segundo aspecto es el medio: se predica en el Espíritu Santo, que es quien actúa en la evangelización. Puede sorprender cómo lo hace. Tal fue el caso de la conversión de un joven llamado Miguel Mendoza que era de los Testigos de Jehová. Miguel nació en Colorado (Estados Unidos), en una familia integrada por testigos de Jehová. Declara que ellos “tienen un entendimiento incorrecto de lo que es la fe católica. No están de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica y hay casi como un odio para ella; yo crecí sabiendo que no era algo bueno... Pero quería saber por qué ‘enseñaban cosas falsas’, como ‘adorar’ a la Virgen María o al Papa; y esas cosas equivocadas”. Investigando se encontró con una imagen de Juan Pablo II, aún no era santo, celebrando la Santa Misa. Se preguntó: ¿Por qué está sobre el altar con este pan y la gente de rodillas ante este pedazo de pan? Descubrió el amor paternal del Papa y empezó a tener un deseo de seguir su ejemplo y ser también sacerdote: “Sentí el llamado, el Señor me estaba llamando a hacer algo tan hermoso de celebrar la Misa, de traer a Cristo sobre el altar; y decidí bautizarme. Y dos años después entré al seminario”, agregó. Agradeció a Dios regresar a la Iglesia, y a toda su familia: “Después de que nos bautizamos con mi hermano, mis padres decidieron volver a entrar a la Iglesia Católica”.
3) Para vivir
El Evangelio ha de predicarse «mediante el Espíritu Santo». Significa confiar no en nuestros propios discursos, sino en el Espíritu Santo y su poder. Ahora, si depende del Espíritu Santo, ¿podemos hacer algo? Sí, hay dos cosas que dependen de nosotros: La primera es la oración. El Espíritu Santo viene sobre los que rezan; hay que invocarlo para que nos asista. El Papa Francisco nos recuerda que no hay que predicar sin rezar, porque nos seríamos como «bronces que resuenan y címbalos que retiñen».
Lo segundo es: no predicarnos a nosotros mismos, nuestros propios deseos o necesidades, sino a Jesús. El Papa Francisco invitó a los predicadores a evitar extenderse, a veces son suficientes diez minutos para exponer una idea o afecto. (articulosdog@gmail.com)