Qué bien, a veces es necesario
no hacer nada.
Estar en blanco de pensamiento
y acción
sonreír a la nada
besar el viento
sentir soledad
arrancar recuerdos
despintar con la mirada
paredes de recámara
creer que hay algo más allá
vivir el misterio
dejar de ser yo
para ser aire volátil
o quizás agua
qué sé yo
lo que le dé la gana al universo
al ombligo del universo mío,
entrañas, muchas entrañas
como cabellos que se enredan
en las plantas del jardín
y después florecen
en un día del mañana.
Qué bien hace en un día
no hacer nada.