Pienso y existo en el pensamiento de Dios
La pregunte surge, un cuestionamiento sobre el mundo circundante, el cual con fascinante plenitud se revela envuelto de maravillas y de misterios sin resolver.
Compañero y cohabitante de la multiforme creación, surge en el hombre el experiencial sentimiento de ser superior y el dueño de todo lo tangible, pero también una limitante sensación de una inmensa pequeñez ante la abrumadora inmensidad del mundo material y surge la pregunta, ¿Quién soy yo, de donde vengo y hacia dónde voy?
La razón, herramienta creadora de herramientas, inicia su labor, revelándose a sí misma como una extraordinaria potencialidad, que une y separa al hombre con la experiencialidad de un mundo al cual lo ha denominado como el Cosmos, intuyendo a la vez la existencia de otro mundo de naturaleza no material, al cual también pertenece, el denominado mundo espiritual.
El raciocinio inicia la exploración sobre un mundo a su alrededor continuando su marcha hasta los linderos del intangible mundo descubierto por la profundidad de la visión de la razón.
Dicotómico y binario, el ser humano se reconoce a sí mismo en el misterio de una unidad complementaria, dos fuerzas creadas y creadoras, que le definen como humano, dentro del contexto de la materia-cosmos, definidas como hembra y varón, un misterio que es parte de otro misterio aún más superior.
¿Quién soy yo? Se retoma la inicial pregunta, relacionándola con los seres con quienes cohabita en este mundo, pero con quienes, también se convive en distante diferenciación en variadas escalas con cada uno de ellos.
Esta pregunta suscita otras más, en torno a una respuesta sobre el origen de todo lo creado y de su destino final. El mundo debe tener un origen y este origen solo pude ser aquel a donde desembocan todas las respuestas.
El origen de todo deberá de ser eterno, no solo porque no tendrá fin, sino porque su principio también debe de ser eterno, por él los mundos existen y en él seguirán existiendo.
El poder del razonamiento ha descubierto a su creador, la fuente y el origen de todo lo creado, pero nunca podrá abarcarlo completamente, siguiendo el camino de la soberbia y la autosuficiencia, solo la humildad y el reconocimiento de la propia limitación podrá descubrirlo, revelando al mismo hombre la grandeza de su ser.
Dios el Creador llega al hombre envueltos en los ropajes de la pequeñez, y en ella descubre el hombre la grandeza de su dignidad, otorgando a quienes lo reciben, el poder llegar a ser Hijos de Dios.
Pbro. Amador Campos Serrano