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Columna

Mentira

    Lo siento, le mentí cuando le dije que no quería sexo. Esa misma noche la tibieza húmeda se vino como neblina espesa al cuerpo que no dejaba ver a la cordura y encubría al instinto detenido.

    Oh, Dios fue grandioso el encuentro de los cuerpos que respiraban uno al lado del otro, entre algodones de nubes viajaba el deseo por el sueño; volátil fue la entrega, rápido el placer descansó, el ritmo cardiaco acelerado bajó hasta detenerse tranquilamente en dos manos enlazadas y en los ojos cerrados que seguían deleitándose con el cosquilleo de contracciones y calor en el cuerpo.

    Sí, qué pena, le mentí y lo siento.

    Esa noche en el sueño, el pecado de la lujuria me refregó en esos minutos la mentira en la cara, el subconsciente me traicionó por culpa de la ternura desprendida de un abrazo que escuchó en su pecho a su corazón y de un beso terso en la mejilla.

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