En las semanas pasadas espero haber logrado concientizar a los cónyuges o lo que sean que pretendan formar una familia sobre la urgente necesidad de darle el verdadero valor a lo que es ser una familia, sabiendo que ninguna es perfecta, pero todas pueden ser mejores todos los días y no solo por la misma familia, sino porque se lo debemos a la sociedad.
De modo que me enfocaré en los tesoros de esas familias, son los hijos y los abuelos. Primero con los chicos y comienzo con una frase de Séneca, gran filósofo griego, decía: “Se marchita la virtud sin adversario: entonces se ve cuán grande es y cuál es su poder, cuando muestra lo que es capaz de resistir. Conviene que sepas que lo mismo deben hacer los hombres buenos, no temer las circunstancias duras y difíciles y no quejarse del destino, tomarlo todo por el lado bueno, transformarlo en bueno. No importa el qué sino el cómo lo soportes”.
O lo que es lo mismo que de nada sirve procurar tener virtudes si estarán sin uso, sin ponerse a prueba, sin ejercitarlas o lo que es lo mismo, evitándole a los hijos problemas, trabajos, responsabilidades, nunca conseguirán virtudes ni oportunidad de felicidad.
Aquí comienzan las presiones, las abuelas dan consejos que nadie les pidió, pretenden ayudar y se agradecerá, pero mejor pintar la raya desde antes y que nadie se sienta, aclararles cuáles son las metas educativas que virtudes están tratando de impulsar y que sus consejos a lo mejor no se pueden aplicar porque las circunstancias de cuando ellas tenían hijos chicos eran otras, y siempre aclararles cuando se tengan que hacer cargo de sus nietos en algunas circunstancias, por algunas horas, qué no deben hacer y qué permisos no se dan.
Otras presiones son las modas y los medios, hay muchas revistas libros y páginas de Internet para ayudar, porque de hecho se necesita la ayuda, hasta mediados del Siglo pasado no se contaba con ninguna guía, la única referencia es como lo habían hecho nuestros respectivos padres, de lo que muchos no estaban particularmente agradecidos, pero con toda esa información hay que tener cuidado, hay muchas influenciadas por ideologías de moda muy distintas a los valores que uno mismo cultiva o métodos psicológicos muy cuestionables para educar, muy permisivos las más veces.
Casi, que sugeriría que los métodos que les hagan ver como los malos de la película son los adecuados, cuando los consejos sean muy permisivos suelen ser muy cómodos y fáciles de aplicar, pero no solo inservibles sino más bien malévolos.
Si deseamos que nuestros hijos sean en el futuro adultos seguros de sí mismos, que tengan la habilidad para aprender de sus errores, hay que hacerlo muy temprano, suena justo como los malos de la película, enseñar a perder, van a ser derrotados muchas veces, mejor que comiencen a manejarlo con papá y mamá cerca cuando puedan darle un beso a la herida de cualquier tipo y hacer ver que no pasa nada, hay que seguir y buscar el lado bueno y aprender del malo.
Las derrotas son situaciones que presenta la vida para enseñarnos a mejorar, manejarlas aprendiendo, levantándose y siguiendo, ser conscientes de esa lección que no pase sin aprovecharla, aprender y tolerar el fracaso sin abandonar el objetivo, suena feo, pero hay que enseñarlos a perder, el chiste es estar para el abrazo, el beso, el sana sana, la curita en el dedo o en el alma, mostrarles que siempre habrá más oportunidades de las que muchas serán derrotas y la última la que se gane, cuántas veces necesitas caerte de la bici o patines antes de dominarlos serán más de una, pero hay que seguir intentando.
Los niños deben aprender a lidiar con la frustración y derrota en estos tiempos que todo es motivo de frustración, necesitan saber cómo manejarlos y superarlos, necesitan saber cómo ser recios y no aguados, saber que a todos nos pasa y que se sigue y nadie puede burlarse porque a todos pasa, la diferencia es cómo lo superamos o nos quedamos caídos o resentidos con el mundo o con la frente en alto y una sonrisa.
Esto puede lograrse a través de actividades diarias como las tareas en casa o juegos familiares, sin caer en eso de perder intencionalmente solo para que el hijo se sienta bien, algo que pudiera ser inofensivo ocasionalmente dañino si es frecuente sería poco probable que supiera lidiar con esas emociones cuando se presenten que seguro se presentarán, podría sentirlo injusto o que se le hizo trampa. Y es aquí cuando como padres debemos explicarles que cada uno cuenta con habilidades diferentes y es imposible ser el mejor siempre.
Esta es la manera de estar dando a los hijos un mensaje positivo y reflexivo que les permite mejorar su autoestima, aprenderán que todos contamos con fortalezas y debilidades que pueden ser mejoradas y sabrán aceptar la derrota. Así se esforzarán más para alcanzar sus objetivos y poder lograr la victoria en los próximos intentos.