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Evangelización, Educación y Cultura

La paternidad de San José

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    Encerrado en su silencio, el mensaje de san José trasciende en la historia de la presencia del hombre en este mundo haciendo presente al mismo omnipotente creador de la existencia del cosmos.

    En la restringida concepción de la limitada mente humana, al designio y la trascendencia de la misión de san José se le menciona como el padre adoptivo de Jesús, según las limitantes de los códigos impuestos en nuestra humana experiencia, considerando el mensaje angélico en la anunciación a María, según la cual la maternidad virginal era una exclusión implícita de la paternidad de José.

    De esta manera el matrimonio de José y María, tan solo fue un aparato de una estrategia desde la divinidad para ofrecer una explicación a la presencia del Hijo de Dios en este mundo ofreciendo la imagen de haber nacido en el seno de una familia de verdad, pero en este caso san José sólo ejercía una ficticia función de padre, sin serlo realmente.

    El anuncio del Arcángel san Gabriel había comprometido profundamente a María, pues era una mujer casada que tenía un sagrado compromiso con su esposo al cual no podía faltar. La inquietud de María se agrandaba porque su esposo era un varón justo, quien no merecía ni la más mínima desatención a su profundo amor. El Ángel la serena diciéndole; “No temas María, el nacimiento de su hijo es obra del altísimo, como el de tu prima Isabel”, ten confianza en Él.

    En las formas legales de Israel el matrimonio comenzaba en los esponsales, desde entonces ya eran considerados verdaderos esposos. María ya era, en la anunciación, una verdadera esposa de José.

    Al darse cuenta de la situación de embarazo de su esposa José sufre un profundo choque en sus sentimientos; se rehúsa a dejar a María, con quien ya compartía sueños e ilusiones, pero en su ser profundo quiere respetar la voluntad de su amada y prefiere retirarse antes de causarle un daño.

    De nuevo, ante el amor profundo de los esposos, interviene el Arcángel san Gabriel; “No temas José, no abandones a tu amada esposa María, el niño que va nacer, es tu hijo también, pues esto es obra de Dios, un producto de la profundidad de su fe compartida”. José aceptó a María como su esposa.

    Considerar a José como padre adoptivo de Jesús es empobrecer el concepto de la paternidad, reduciéndolo a sola la parte biológica, sin tener en cuenta que la paternidad, dentro del matrimonio, es producto del amor de los esposos, dentro del amor nacido de la fe en un Dios al cual le pertenecemos.

    San Lucas, el evangelista del rostro humano de Jesús, en sus pasajes evangélicos de la infancia de Jesús no duda en llamar padres a ambos esposos, con quienes el niño crecía en edad, gracia y virtud y a quienes estaba sujeto.

    La fe de José se equipará en sublimidad a la del patriarca Abraham, quien nunca dudó en la palabra y el poder divino, lo cual le retribuido como justicia, siéndole esto reconocido, por ello, en padre, no biológico, de toda la humanidad.

    La figura de san José ha sido velada a través de los siglos, sólo en los últimos años se le ha empezado a dar su verdadero reconocimiento.

    María y José, los padres, desde su fe y amor nos engendraron al Salvador.